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Una nueva forma de ver el mundo
Lo más sorprendente y curioso para mí en aquel primer periodo tras la ECM en el que los sentimientos de tristeza, soledad interior y desamparo invadieron en cierta medida mi espacio psíquico durante más de un año, fue que una nueva forma de mirar el mundo y la realidad me iba atrapando, embelesando y enamorando poco a poco. Una nueva forma de mirar, contemplar y admirar la realidad natural y social que nunca antes había experimentado. Así, por ejemplo, comencé a detenerme extasiado a contemplar las flores y todo ese microcosmos de insectos que polinizan a su alrededor; a agacharme para observar con detenimiento a los ciempiés o los hormigueros que se cruzaban en mis caminatas diarias; a pasar largos ratos escuchando el cantar de los pájaros sentado bajo un árbol; a observar el ir y venir de los gorriones ya fuese sentado en un parque o en el limonero de mi patio; a abrazar a los árboles mientras recitaba mantras 1 Ref.Un “mantra” es una palabra sánscrita que tiene como objetivo relajar e inducir a un estado de meditación en quien lo repite, recita, canta o escucha. La palabra está conformada por dos expresiones “man” que significa “mente” y “tra” que expresa “liberación”. Uno de los mantras más universalmente conocidos es el “OM MANI PADME HUM” que es uno de los mantras esenciales del budismo tibetano y en el cual -de acuerdo con la visión de los monjes- se condensan la sabiduría y las enseñanzas de Buda.
Está compuesto de seis sílabas en sánscrito, que se traducen al español como: «¡Oh, la joya del loto!» (se pronuncia om mani peme jum), y es el mantra de seis sílabas del bodhisattva Chenrezig, o deidad budista de la compasión.
Sus seis sílabas significan lo siguiente: OM: purifica el cuerpo, estimula la generosidad, combate el orgullo y ayuda a conseguir la sabiduría de la ecuanimidad. MA: purifica el habla, estimula la conciencia y la conducta ética, combate la envidia y permite desarrollar la sabiduría de la actividad o la acción comprometida de ayuda incondicional a los demás. NI: purifica la mente, estimula la práctica de la virtud de la paciencia; ayuda a combatir o a contrarrestar el deseo pasional y permite desarrollar la sabiduría que nace de sí misma o del sentido común del SER auténticamente humano. PAD: ayuda a afrontar y eliminar las emociones conflictivas; estimula la práctica de la diligencia o capacidad de actuar con eficiencia, eficacia, excelencia disfrutando con lo que se hace; ayuda a combatir la estupidez, los prejuicios y cualquier tipo de estereotipos y permite desarrollar la sabiduría del Dharma o la práctica del refugio en Buda. ME: purifica la conciencia ayudándola a reconocer los condicionamientos presentes o latentes; estimula la práctica de la atención y la concentración; ayuda a combatir el afán de poseer, de tener estimulando la austeridad y la sobriedad y permite desarrollar la sabiduría del discernimiento. HUM: ayuda a identificar los errores del conocimiento, los supuestos falsos y las falacias; ayuda a combatir cualquier forma de agresividad, odio, ira, venganza o daño; permite desarrollar la sabiduría de la sinceridad, la honestidad, la honradez, la transparencia y la coherencia (sabiduría del espejo). FUENTE: ¿Qué es OM MANI PADME HUM?. Puedes escucharlo o descargarlo AQUÍ; a contemplar el reflejo de los rayos de sol en las aguas del río; a levantarme temprano para ver los amaneceres; a quedarme embelesado con la visión de las misteriosas formas que las nubes adoptan cuando cruzan el cielo azul o a subirme a la azotea algunas noches o incluso a adentrarme en el campo en soledad para contemplar con limpieza las estrellas y observar el esplendor de la constelación de Orión. En suma, toda una nueva forma de ver el mundo que nunca antes ni se me había ocurrido, ni había hecho nunca. Así me fui dando cuenta, conforme iba pasando el tiempo, de que mi situación era de auténtico privilegio y que por tanto las lamentaciones no tenían ya ningún sentido ni lugar. Fue entonces cuando comencé a profundizar en serio en la idea de un sincero y sentido agradecimiento a la vida que tanto me había dado y que aunque creía tener una cierta conciencia de ello, no fue hasta ese momento cuando tomé verdadero conocimiento de este principio básico que tan excelentemente nos enseñó en forma de canción Violeta Parra y nos cantó de forma magistral Mercedes Sosa.
Aquello fue como una especie de apertura, casi como un nuevo nacimiento en el que tenía la sensación de haber cerrado definitivamente un gran capítulo de mi vida disponiéndome a abrir otro en el que nada había programado y en el que todo era completamente nuevo y desconocido. Salvo las actividades rutinarias de la vida doméstica, vivía sin planes, sin programas, sin prisas, aunque a decir verdad el sosiego y la serenidad tardaron más en instalarse en mi mente y hacerse habitual en mi forma de pensar y procesar información.
Recuerdo con profundo agradecimiento el extraordinario bien que me produjo el asistir semanalmente a las charlas y orientaciones que se daban en la asociación espiritual Brahma Kumaris en las que aprendí el valor de la meditación “Raya Yoga” y el extraordinario potencial de sanación interior que cada ser humano lleva dentro. Me incursioné durante años y todavía estoy en ello, en la lectura y el estudio de las tradiciones espirituales de Oriente, especialmente del hinduismo y del budismo, llegando a estar un año completo formándome y meditando semanalmente en un Círculo Budista de Sevilla que estaba dirigido por una maravillosa y extraordinaria Maestra. Nunca olvidaré las profundas enseñanzas y disfrute que me dejaron el Bhagavad-Gitá y el Dhammpada. En el mismo sentido, estuve también estudiando y asistiendo un curso entero de formación en el Eneagrama, que me lo daba otra maravillosa Maestra para mí, psicóloga junguiana de una profundidad espiritual y una empatía personal enorme. 2 Ref.Se trata de Fátima Macías Retegui, psicóloga; con diversos Master en terapias alternativas; especializada en técnicas de autoconocimiento y meditación, con una amplia experiencia de consulta, asesoramiento y tratamientos de sanación interior, a la que desde aquí le agradezco de todo corazón todas las enseñanzas que recibí de su buen hacer profesional y personal. Y aquel curso cuya dinámica era activa y de intercambio de experiencias biográficas y de historias de vida que intercambiábamos entre los asistentes con total confianza, tal vez fue en el que más he aprendido de todos los que he hecho en mi vida.
Me involucré y apasioné con todo tipo de cuentos orientales y me bebí todas las historias de las que afortunadamente hoy disponemos gracias al trabajo de recopilación y estudio de Ramiro Calle y de forma muy particular me enamoré de las maravillosas historias de Nasrudín y toda la sabiduría sufí que encontré en el maravilloso libro titulado “La sabiduría de los idiotas” de Idries Shah. Disfruté igualmente volviendo a leer a Khalil Gibran y su universal obra “El profeta” y a Rabindranath Tagore y su maravillosa obra “El jardinero“, Y desde luego también volví a leer a a Jiddu Krishnamurti que si bien ya conocía un poco, la profundidad de su mensaje educativo y de desarrollo personal y espiritual me era totalmente ajeno. Descubrí incluso nuevos autores que marcaron profundamente mi pensar, mi sentir y mi visión de la vida y de mi mismo y a los que debo muchísimo, como fueron Thích Nhất Hạnh , Arnaud Desjardins, Anselm Grüm y por supuesto Willigis Jäger y su maravillosa, científica, humana y mística obra “La ola es el mar” con la que me siento plenamente identificado. Pero tampoco quiero olvidar aquí una obra que me abrió los ojos para identificar a todas esas supercherías de gurús y falsos profetas que traicionan la esencial bondad humana para lucrarse con dinero, éxito y prestigio engañando a numerosas personas con prácticas de supuesta autoayuda y que las instalan en las más profundas y persistentes alienaciones y en una ausencia total de pensamiento crítico, autocrítico y de responsabilidad social y política. Me estoy refiriendo a la obra “CON LOS OJOS BIEN ABIERTOS.
La práctica del discernimiento en la senda espiritual” de Mariana Caplan.
Tampoco me olvidé de las tradiciones espirituales de Occidente y en este punto me sumergí saboreando a clásicos como Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y el Maestro Eckhart, en su libro “Reflexiones y meditaciones“. Y de los contemporáneos disfruté leyendo los “Diarios de Thomar Merton” y teniendo siempre de cabecera los inspiradores, humanos, sencillos y profundamente espirituales libros de Anthony de Mello pero especialmente “Una llamada al amor“.
Pero además y a lo largo de diez años, hasta que recomencé de nuevo actividades sociales que azarosamente se me presentaron, todas estas lecturas las fui combinando con otras del ámbito de la Psicología Transpersonal en las que me inició mi inolvidable amigo y profesor de Teoría de la Educación José García Calvo al que siempre llevo en mi corazón. En realidad fue Pepe García Calvo, el que mucho antes de que me sucediese lo que me sucedió, me abrió las puertas al mundo espiritual, un mundo que cuando él me hablaba yo no le prestaba ninguna atención e incluso me reía de él. Y si a toda esta inmersión en la interioridad del misterio milagroso de mi existencia humana, le añado las extraordinarias, mágicas y misteriosas experiencias que tuve las cuatro veces que hice “El Camino de Santiago” y diversos viajes que hice por absolutamente azarosas invitaciones para dar conferencias en países como México, Perú, Chile y Brasil, que otro día, si acaso contaré, puedo decir entonces que esta segunda etapa de mi vida ha sido una auténtico tiempo de bendiciones, oportunidades y privilegios totalmente casuales o más bien “causales“3 Ref.Digo “causales” porque creo haber descubierto que todo está conectado invisiblemente con todo y que a su vez el todo está en las partes y las partes en el todo. Y esto es así porque la Teoría del físico y filósofo David Bohm dice que existen como dos realidades, una desplegada y empíricamente verificable y otra plegada, de la que solamente tenemos indicios. BOHM, David. (1988). La totalidad y el orden implicado. Kairós. Barcelona.que nunca en mi vida pude imaginar ni en los mejores sueños. Fueron sin duda experiencias auténticamente liberadoras, en las que la aceptación de mis limitaciones, unida a la conciencia de agradecimiento, me permitieron hacer cosas que nunca antes podía haber imaginado. Toda una cantidad de actividades y nuevas formas de percibir la realidad, que si no hubiese sido por aquel accidente y por aquellas visiones que tuve, no hubiese podido experimentar. Así que al día de hoy puedo decir sin temor a equivocarme, que he sido y soy una persona verdaderamente afortunada y privilegiada, por lo que estoy y estaré agradecido al Universo entero por las oportunidades y posibilidades que un acontecimiento en apariencia catastrófico abrió en mi vida.
Referencia
Eres una persona afortunada y privilegiada, como afortunados somos los que te conocemos, leemos, tratamos, compartimos algunas actividades contigo y aspiramos a ser tus amigos. Comprendo ahora un poco mejor el porqué de tu producción constante, casi frenética, y difícil de seguir. Un abrazo, MAESTRO.
Muchas gracias querido, pero no digas “aspiramos”, para mí tú eres mi amigo y mi compañero profesional y memorialista. Además tu presencia, tu saber ser y estar es indispensable en los Grupos para que los climas sociales sean más comprensivos, tolerantes y ponderados. Un abrazo grande y sigamos !!!