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La reunión de estos textos e ideas propias y ajenas fue realizada en enero de 2022, cuando un verano despiadado se asociaba con una de las olas del Covid. Pensaba que no sería contagiado, pero el virus me sorprendió y se apropió de mi cuerpo y muchas de estas páginas fueron encontrando ubicación y forma mientras intentaba regresar a la normalidad. Cada texto ha sabido dialogar con el contexto en el que aparecieron en aquel marzo de 2020 a este enero de 2022
15 AÑOS es justo el espacio que lleva a un niño o niña a convertirse en hombre o mujer: el tiempo suficiente para que un adulto se plantee si ha valido la pena su esfuerzo, si lo que hace tiene algún sentido y si lo que ve a su alrededor justifica la esperanza o el pesimismo. TRES LUSTROS para que en 2030 comprobemos, como comunidad internacional, si se ha logrado avanzar realmente, de manera consistente y definitiva, en la erradicación de males que ya hoy, sabemos que son superables y que, por ello, nos avergüenzan: la pobreza extrema, la no escolarización, la discriminación de género, el imposible acceso a un sistema sanitario que garantice una vida sana, sociedades inseguras en las que la justicia no existe o esta corrompida y en las que la prosperidad se basa en ESTRUCTURAS ECONÓMICAS TAN INJUSTAS que resultan insultantes para la dignidad. 15 años para hacer frente a lo que ya sabemos, que el cambio climático es un hecho y que los ecosistemas no pueden ser destruidos de balde.
No se trata de observar el mundo con ojos optimistas, como de estar atento al cambio, de escuchar cuidadosamente el runrún que suena delante y al lado nuestro. Si nos atenemos a las cifras, la vida es algo más decente que lo era en 1990, ha disminuido a la mitad la pobreza extrema (aunque hay bastante polémica sobre la interpretación de esos datos), ha bajado la mortalidad infantil, más mujeres son conscientes de que tienen derechos, se han hecho avances en la cura de enfermedades que antes no merecían la menor atención. Todos estos datos son positivos, pero tan insuficientes, que difícilmente pueden marcar la pauta. Es otra cosa lo que alienta LA ESPERANZA: los hombres y mujeres que piensan y actúan. Están ahí. Y cada día son más.
Es verdad que nos ha llegado el virus y lo ha cambiado todo. Pero nos ha encontrado más preparados. Todo lo que hagamos o dejemos de hacer hoy, por la EDUCACION y las jóvenes generaciones será la cosecha que podremos recoger en el futuro. De nosotros depende.1 Ref.Inspirado en un artículo de EL PAÍS de 25.04.2015
JORGE EDUARDO NORO nació en la ciudad de Paraná, de la provincia de Entre Ríos, una de las más hermosas de la Argentina, aunque actualmente reside en la provincia de Buenos Aires.
Es profesor de Filosofía, Pedagogía y Letras, doctor en Ciencias de la Educación y está especializado en Filosofía.
Ha trabajado como docente con adolescentes durante cuarenta años y al mismo tiempo en la formación de profesores.
Con el paso del tiempo ingresó como profesor universitario y actualmente imparte seminarios de grado y potgrado en Argentina y otros países de América.
Ha publicado alrededor de quince libros y desde hace algunos años sus publicaciones están disponibles en diversos sitios web como AcademiaEdu, Calameo, Scribd y en su propio sitio web.
Dedica sus días a los seminarios que imparte, a participar como invitado en congresos y cursos, pero sobre todo a escribir mucho y a cuidar los árboles que ha plantado. Tiene dos hijos y un nieto, además de ser hincha del Racing.
Su curriculum completo puedes encontrarlo AQUÍ
Vaya desde aquí nuestro más sentido agradecimiento por participar y prestigiar con sus escritos este sitio de KRISIS, un espacio para la Educación y el Desarrollo de la Conciencia.
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