NO APURARSE A PUBLICAR. NO PUBLICAR TANTO. NO OBLIGAR NI OBLIGARSE A PUBLICAR
Demasiados libros. Bibliotecas y librerías infinitas (borgianas) Urgencia y necesidad de publicar. ¿Cuándo y cuánto podemos leer y procesar? El ritmo de la producción científica se ha disparado en las últimas décadas. Algunos estudios recientes estiman que hoy existen unas 30 000 revistas que publican al año más de 2 millones y medio de artículos científicos.
La presión constante por publicar (el famoso” publicas o no existes”) fomentada por el exigente sistema de evaluación académico y el MEGAMERCADO DEL CONOCIMIENTO, de las editoriales y la cultura son algunas de las causas de esta sobreproducción de artículos y revistas. Y sobreabundan, además, multitud de revistas y congresos: autores, escritores e investigadores intentan hinchar sus currículums con contribuciones científicas o producciones carentes de rigor y con una escasa revisión por pares.
EL MANIFIESTO DE LA CIENCIA LENTA
Somos científicos. No blogueamos. No twitteamos. Nos tomamos nuestro tiempo. No nos malinterprete. NOSOTROS DECIMOS QUE SÍ a la ciencia acelerada de principios del siglo 21. Decimos sí al flujo constante de revisión de pares para las revistas indexadas y su impacto; decimos sí a los blogs científicos y las necesidades de comunicación y relaciones públicas, decimos sí a la creciente especialización y la diversificación en todas las disciplinas. También decimos que sí a la investigación que alimenta el cuidado de la salud y la prosperidad futura. Todos nosotros estamos en este juego.
Sin embargo, sostenemos que ESTO NO PUEDE SER TODO. La CIENCIA NECESITA TIEMPO para pensar. La ciencia necesita tiempo para leer y el tiempo para fallar. La ciencia no siempre sabe lo que podría ser en estos momentos. La ciencia se desarrolla vacilante y con movimientos bruscos y saltos imprevisibles y progresistas, al mismo tiempo, sin embargo, transcurre sobre una escala de tiempo lenta, con un espacio al que debe hacérsele justicia.
SLOW SCIENCE, LA CIENCIA LENTA, fue prácticamente la única ciencia concebible durante cientos de años, la que hoy en día, según nuestra opinión, merece que la avivemos y la protejamos. La sociedad, las universidades, las becas, los organismos deberían darles a los científicos el tiempo que necesitan, pero lo más importante, los científicos deben tomarse su tiempo.
NECESITAMOS TIEMPO PARA PENSAR. Necesitamos tiempo para digerir. Necesitamos tiempo para tener nuestros malos entendidos, sobre todo cuando participamos del diálogo perdido entre las ciencias humanas y las naturales. No podemos decir continuamente lo que significa nuestra ciencia, lo que será bueno para ella, porque, simplemente, no lo sabemos. LA CIENCIA NECESITA TIEMPO. Y ténganos paciencia, mientras pensamos.
LA ACADEMIA DE LA CIENCIA LENTA. BERLÍN. ALEMANIA

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JORGE EDUARDO NORO nació en la ciudad de Paraná, de la provincia de Entre Ríos, una de las más hermosas de la Argentina, aunque actualmente reside en la provincia de Buenos Aires.
Es profesor de Filosofía, Pedagogía y Letras, doctor en Ciencias de la Educación y está especializado en Filosofía.
Ha trabajado como docente con adolescentes durante cuarenta años y al mismo tiempo en la formación de profesores.
Con el paso del tiempo ingresó como profesor universitario y actualmente imparte seminarios de grado y potgrado en Argentina y otros países de América.
Ha publicado alrededor de quince libros y desde hace algunos años sus publicaciones están disponibles en diversos sitios web como AcademiaEdu, Calameo, Scribd y en su propio sitio web.
Dedica sus días a los seminarios que imparte, a participar como invitado en congresos y cursos, pero sobre todo a escribir mucho y a cuidar los árboles que ha plantado. Tiene dos hijos y un nieto, además de ser hincha del Racing.
Su curriculum completo puedes encontrarlo AQUÍ
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