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ISABEL ÁLVAREZ ÁLVAREZ:
LA VOZ DE UN COMPROMISO (1.944-2.006)
Por Pedro Enrique García Ballesteros
EL COMPROMISO SOCIAL CON LA EQUIDAD
«…La Escuela debe dar más a quien menos tiene…»
Isabel Álvarez.
La frase que encabeza este apartado se la hemos escuchado a Isabel infinidad de veces en público y en privado. Era santo y seña principal que orientaba todas sus actuaciones. Dentro y fuera de la inspección muchos de sus trabajos y desvelos se dirigieron en esa dirección: Planes de Educación Compensatoria,
Atención a la Diversidad, actuaciones sistémicas en zonas especialmente difíciles y necesitadas como el Polígono Sur de Sevilla o ya, en su última zona, aquel «Foro de Atención Socioeducativa a menores en riesgo de exclusión» que creó en San José de la Rinconada en junio de 2005, apenas seis meses después de llegar a la zona, integrando a profesionales de la Educación, Salud, Igualdad y
Bienestar Social, Justicia y Entidades Locales. Una auténtica red institucional bajo su coordinación que ejemplificaba bastante bien la potente vocación bisagra y mediadora entre instituciones que puede y debe tener la Inspección educativa, así como la profunda concepción social y comunitaria de la Educación que poseía Isabel.
Nos centraremos, por su importancia y repercusiones, en dos ámbitos que desarrolló al principio y final de su carrera como inspectora.
Compromiso con la Educación Permanente de Adultos
En primer lugar, nos referimos a la Educación de Adultos. A comienzos de los años ochenta esta modalidad educativa aún se definía fundamentalmente por las necesidades de alfabetización. En el año 1981, el porcentaje de población
analfabeta de 10 o más años en Andalucía era de un 11,5% 1 Ref.Instituto de Estadística de Andalucía. Estadísticas históricas de Educación y Cultura en Andalucía. Siglo XX. (Sevilla: Consejería de Economía y Hacienda, 2007), muy superior a la media nacional y las ocho provincias andaluzas se encontraban entre las doce provincias españolas con mayores tasas de analfabetismo. Frente a esa dura realidad el modelo pedagógico aplicado era el procedente de las Campañas de Alfabetización puestas en marcha por el MEC desde 1963, caracterizado por una lectura mecánica (reconocer letras más que saber leer), una cultura básica academicista y una mayor preocupación por inflar las estadísticas que por una alfabetización plena y, sobre todo, permanente.
Podríamos decir que la educación de adultos se encontraba estancada y con un profesorado claramente desmotivado, y casi en huida, a los que se denominaba «maestros alfabetizadores». En este contexto, Isabel Álvarez se hace cargo de la Ponencia Provincial de Educación de Adultos, desde la segunda mitad
de la década de los setenta hasta bien avanzados los años ochenta de forma casi ininterrumpida, e inmediatamente inicia un cambio de sus principios conceptuales y metodológicos y, por tanto, de las prácticas educativas que se venían aplicando, así como un reforzamiento del papel protagonista del
profesorado. Rufino Manuel Madrid, profesor de adultos en esos momentos, dejó escritos los principios que guiaban a Isabel en este terreno y que suponían un giro copernicano en su orientación, al tiempo que una clara sintonía con las tendencias europeas:
Era importante, en consecuencia, diferenciarla con nitidez de otras etapas educativas (no se trataba, como hasta ese momento, de una educación infantil o primaria impartida de noche a personas mayores), dotarla de personalidad propia e independiente en contenidos, métodos, materiales, recursos, … En esta nueva orientación de la Educación de Adultos, el lenguaje volvía a ser la palanca capital:
La palabra, la frase, el texto y el método global se convirtieron en ejes de los nuevos materiales para el aprendizaje en los centros de adultos y de las metodologías de sus profesores. Todo ello supuso un ímprobo trabajo de organización y coordinación, a través de un equipo de profesores que colaboró con ella. Y, sobre todo, un gran trabajo de formación del profesorado en la que participó activamente:
reuniones de organización, cursos específicos para profesores, cursos abiertos a la comunidad, actividades formativas complementarias en los centros…. Como dice Rufino Madrid, en el texto citado, se trataba de transformar la tradicional Campaña de Alfabetización en una verdadera Educación Permanente de Adultos.
Inmediatamente, su trabajo tuvo repercusión estatal y en 1981 es enviada por la Inspección Central del Ministerio de Educación a Suiza 4 Ref.Acta del Consejo Provincial de Inspección de Sevilla del 23 de noviembre de 1981. a un Seminario sobre educación de adultos y, posteriormente, fue elegida por el Gabinete de Educación de Adultos del Ministerio como Directora de un Proyecto y Equipo de
trabajo, para la revisión de un nuevo modelo de la Educación de Adultos.
Fruto de ese trabajo fue la publicación del documento: «Bases para una revisión de las orientaciones pedagógicas de la Educación Permanente de Adultos» publicado por la Dirección General de Educación Básica del MEC en 1982 5 Ref.Ministerio de Educación y Ciencia. Dirección General de Educación Básica, Bases para una revisión de las orientaciones pedagógicas de la Educación Permanente de Adultos (Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia.1982).33 Es necesario subrayar el carácter abierto de este documento a aportaciones de todos los colectivos, aunque no fueran docentes, lo cual es un detalle revelador sobre el enfoque social y comunitario que se le pretendía dar a la educación de adultos.
En definitiva, las ideas contenidas en este documento impregnan todo el trabajo de Isabel durante los años 80, período en el que lucha por su implantación. Y lo hace centrándose en dos aspectos cruciales, necesarios y estratégicos en esos momentos.
En primer lugar, era imprescindible la elaboración de un nuevo material curricular adaptado al nuevo enfoque que se propugnaba, un material que huyera de una homogeneización y estandarización imposibles y contradictorias, todo lo contrario, a un libro de texto al uso. Grupos de profesores,
«sin imposición ni exigencia alguna» 6 Ref.Madrid Calzada, Isabel. La voz de un compromiso, 108., y bajo los principios y orientaciones de Isabel, elaboraron «bloques temáticos» que de forma artesanal circulaban
por los centros sin que nos conste, desgraciadamente, una publicación formal de los mismos. El currículo defendido por Isabel, independientemente de los siete ámbitos que planteaba, con sus correspondientes sectores básico y complementario, giraba en torno al concepto esencial de cultura y la creación social de la misma. Ella lo expresaba así en una charla impartida sobre la Educación Permanente de Adultos cuyas ideas, como se podrá comprobar, siguen estando de rabiosa actualidad:
En segundo lugar, había otra tarea sustancial: la dignificación y especialización de los edificios destinados a la educación de adultos:
De acuerdo con principios higienistas puestos en práctica por la Institución Libre de Enseñanza, los edificios debían adaptarse a las personas y la actividad que se iba a desarrollar en ellos. Por tanto, no se podía dar enseñanzas de adultos en centros de educación infantil y primaria, como normalmente se
hacía con oposición de estos centros, que funcionaban en horarios diurnos. Las aulas debían tener buena iluminación, sillas y mesas adaptadas a las edades correspondientes, salones para grupos y reuniones …
¿Qué queda de todo esto en la Educación de Adultos hoy por hoy en Andalucía? Pues nos podemos llevar conclusiones agridulces. Por un lado, en el año 1987, el Programa de Educación de Adultos de la Junta de Andalucía, cuyo título era «Andalucía. Un programa de Alfabetización en el marco de un Plan Integral de Educación de Adultos» recibió un premio de la UNESCO, con un jurado presidido nada menos que por Paulo Freire (1921-1997). ¿Qué tiene que ver el Premio con Isabel Álvarez? Prácticamente todo, como reconoce uno de los autores del texto, Rufino Madrid Calzada:
Premio internacional y reconocimiento de los educadores de adultos por poner en marcha una de las más lúcidas, eficientes y satisfactorias experiencias en este campo. Pero hablábamos de conclusiones agridulces porque la Junta de Andalucía no aplicó nunca el modelo premiado ni llevó a la práctica las orientaciones pedagógicas del documento del MEC de 1982 que coordinó Isabel Álvarez. Otros intereses y otras lógicas se impusieron y condujeron a la Administración autonómica al silencio y la ignorancia habituales ante un trabajo cuya valía, importancia y necesidad quedaban fuera de toda duda.
Compromiso con una Escuela Solidaria
La segunda y última parte de este apartado lo dedicaremos a una de las últimas experiencias de Isabel que resume a la perfección su compromiso con una escuela solidaria, con la formación y el desarrollo personal de los educadores, pero sobre todo con los que más necesitan de ambas cosas. Nos referimos a su proyecto de trabajo en Nicaragua en el que se embarcó con el mismo entusiasmo y capacidad de trabajo que ponía en todo y en el que, por supuesto, comprometió a la Asociación REDES como organización y a muchos centros sevillanos.
En 2004, con sesenta años de edad, tras haber superado la primera arremetida de su enfermedad y haber perdido a José García Calvo en 2001, así como a su amigo del alma y también inspector Antonio García de Tena al año siguiente, proyecta, acompañada de su hija Laura, un viaje a Nicaragua. El seis
de agosto de 2004 llega al aeropuerto de Managua de donde volverá para Sevilla el veintiocho del mismo mes.
Durante esas tres semanas, Isabel recorre Bluefields, El Rama, Muelle de los Bueyes, Nueva Guinea, Masaya, Granada, Managua…, realiza infinidad de reuniones con maestros, visita muchas escuelas
rurales a la vez que imparte formación, sobre todo, en su especialidad de la enseñanza del lenguaje. No iba con las manos vacías. Con la ayuda de la Asociación REDES, llegaría en barco un contenedor lleno de material escolar de todo tipo; pero lo más importante no eran esos recursos materiales, con toda su necesidad e importancia, sino cómo se comprometió durante la formación que impartió en esas semanas, para hacer nacer en los maestros campesinos sus propios recursos mentales y personales.
Se trataba de todo un proyecto de pequeñas escuelas rurales unitarias, muy diseminadas y de no siempre fácil acceso, cuyos maestros no eran profesionales sino campesinos de un nivel de
formación escaso y que, por tanto, necesitaban formación urgente. Las necesidades, pues, eran dobles: por un lado, la propia construcción de escuelas donde no las había y, por otro, la formación de los maestros campesinos que se encargaban o encargarían de ellas. Los contactos se establecieron a través de los misioneros Claro Jesús Díaz Pérez, que conocía a Isabel desde sus tiempos
de maestro en Morón de la Frontera y Lebrija, y el Hermano Manuel Estrada. Ambos ejercían su labor misionera en Nicaragua. Éste último relata así el trabajo de Isabel en ese viaje:

No se redujo todo a ese viaje y a esas tres semanas. Isabel quedó verdaderamente impactada de la dura realidad que había conocido y en la que se había inmerso y, a su vuelta a Sevilla, con la ayuda de REDES, comenzó toda una serie de charlas por centros educativos o centros cívicos en las que transmitía todo lo
que había visto y vivido y la urgente necesidad de ayuda que tenían esos pueblos. Luchaba por la búsqueda de fondos para la creación de más escuelas rurales y que la construcción de cada una de ellas fuera sufragada por centros educativos sevillanos, al tiempo que los maestros de éstos tuvieran un contacto humano y profesional con los que se encontraban en Nicaragua. Ante la voz de Isabel, la
respuesta no se hizo esperar. REDES abrió una cuenta para Nicaragua en la que se recogieron más de 20.000 euros y comenzó la construcción de escuelas: el CEIP Santa Teresa de Fuentes de Andalucía se hizo cargo de una escuela en Nawawasito; todos los centros de Mairena del Alcor colaboraron en la construcción de la escuela «Antonio Mairena»; el CEIP Aníbal González de Sevilla hizo otra a la que le
puso su mismo nombre y lo mismo ocurrió con el CEIP Luis Cernuda de Castilleja de la Cuesta. Por último, la propia Asociación REDES colaboró en la construcción de otra escuela a la que llamaría «Isabel Álvarez». Así fueron surgiendo esas pequeñas escuelas unitarias en Waslala, Ayote, Bluefields, Nueva Guinea….
Relacionada con toda esta experiencia nicaragüense, nos gustaría mencionar una iniciativa que también lleva el nombre de Isabel Álvarez y que se encuentra íntimamente unida a esta experiencia de compromiso social y justicia que desarrolló en Nicaragua. Nos referimos a la Asociación Isabel Álvarez, creada e impulsada por su hija Laura. Se funda en octubre de 2009, por amigos y familiares de Isabel, con esta filosofía:
En plena coherencia con la filosofía y el compromiso de la propia Isabel, se trata de una asociación que no se limita, y ese es uno de sus cometidos menos importantes, a dar dinero, dentro de un ejercicio tradicional caritativo, sino que desea promover el intercambio humano entre los dos mundos a través de una educación liberadora y compr ometida con la justicia. Sus actividades, pues, están relacionadas con auténticas políticas integrales de desarrollo a través del mundo de la educación.
La educación de adultos y la experiencia nicaragüense, comienzo y final de la carrera profesional de Isabel marcados por la coherencia y el compromiso con la equidad y la justicia: el mundo de los adultos que, desde el punto de vista educativo era, probablemente, en Andalucía una representación de claro subdesarrollo y atraso (el mapa del analfabetismo coincidía con el mapa de la pobreza) y el mundo de los países empobrecidos, con toda su cruda y lacerante realidad, en los años finales de su carrera profesional. En ambos dejó huellas de profundidad que aún perduran y perdurarán.
PEDRO ENRIQUE GARCÍA BALLESTEROS, nace en Sevilla en 1956 donde realiza sus estudios de Bachillerato en el Instituto Gustavo Adolfo Bécquer y, posteriormente, cursa la carrera de Geografía e Historia en la Universidad de Sevilla obteniendo el título de licenciado en 1979. Realiza la tesis de licenciatura bajo
la dirección de Carlos Álvarez Santaló, catedrático de Historia Moderna, sobre la demografía histórica parroquial sevillana, entre los siglos XVI y XIX, que obtiene el Premio del Ayuntamiento de Sevilla en 1985.
Ha sido profesor de Historia en el Colegio Aljarafe de Sevilla desde 1982 y accede al cuerpo de Agregados de Bachillerato en 1988. Desde 1993 ejerce como inspector extraordinario en Sevilla y accede al Cuerpo de Inspectores de Educación en 1999, en las primeras oposiciones convocadas para dicho cuerpo tras la Ley Pertierra, ejerciendo toda su carrera profesional en Sevilla hasta su
jubilación en 2019. En ese período, fue coordinador de equipo de zona entre 2000 y 2005 y desarrolló funciones en las áreas de formación de la Inspección y Evaluación.
Pertenece a la Asociación REDES (Renovación de la Educación y Defensa de la
Enseñanza) siendo uno de sus miembros fundadores y actualmente es el presidente
de la misma. Junto con su compañero inspector José María Pérez Jiménez,
publica periódicamente artículos de opinión sobre temas educativos en el periódico
Diario de Sevilla, y sobre la Inspección educativa en el Blog INED21 y en
la revista Supervisión 21.
Referencia