KRISIS recomienda: Ruido mediático

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RUIDO MEDIÁTICO

Por Juan Miguel Batalloso Navas

Vivimos en un mundo sobresaturado de ruidos de todas las formas y soportes. Durante las veinticuatro horas de cualquier día y en todas las ciudades y pueblos el ruido de coches, camiones y máquinas nos acompaña permanentemente.
Son numerosos los estudios que confirman que el ruido constante y fuerte, modifica el funcionamiento de nuestro cerebro y lo queramos o no la contaminación acústica afecta directamente a nuestro comportamiento y a nuestra actividad social, laboral y familiar.
Nuestro modo de vida veloz, competitivo, ansioso y sobrecargado de estímulos sensoriales nos hace muy difícil gozar de los sonidos de la Naturaleza o de nuestra propia respiración haciéndo así imposible gozar y disfrutar del silencio.
Detenerse y contemplar el sonido de las hojas de los árboles al compás del viento. Escuchar los cantos de los gorriones mañaneros. Sentarse cómodamente en una playa y gozar simplemente de la cadencia de las olas del mar. O ver en silencio las multiples formas que adoptan las nubes en su lento caminar por el cielo azul son actividades de relajación y silenciamiento interior que practicamos muy poco.
Sin embargo, a este ruido ambiental que nos produce inquietud, desasosiego y malestar psíquico, hay que añadir también el ruido lumínico que por las noches nos impide ver las estrellas. Y por si fuera poco, a toda esta contaminación sonora y visual, hay que sumar el ruido mediático que sin descanso nos inunda de informaciones, interpretaciones y valoraciones cargadas muchas veces de elementos tóxicos de contaminación mental e incluso de contenidos potencialmente psicopatógenos. Y todo ello sin contar el acoso constante y permanente de la publicidad.
El ruido mediático pues, es a su vez, ruido publicitario, ruido informacional, ruido verbal y sobre todo ruido político, sin olvidar que los medios de información son empresas que venden información en muchas casos débilmente contrastada.
Todos estos ruidos tienen directa o indirectamente como función impedir que los individuos podamos pensar con nuestra propia cabeza de forma sosegada y serena. Y todos ellos Los tres se encargan de impedir que gocemos del silencio como espacio de encuentro con nosotros mismos, con los demás y con la Naturaleza.
En consecuencia estos ruidos generan confusión, desorientación y pensamientos reactivos disminuyendo o dificultando el desarrollo y el ejercicio de nuestra capacidad de discernimiento.

Una de las consecuencias del ruido mediático es la que resulta de la casi infinita oferta de información que a cada instante se ofrece y se repite por todo tipo de medios y canales entre los que hay que destacar los llamados smartphones o teléfonos móviles. Se trata de un proceso permanente de sobresaturación informativa, con lo cual, paradójicamente, en vez de informar se desinforma o se genera hastío, hartazgo, cansancio y aburrimiento auditivo o lector, quedando así abierta la veda para perder los datos esenciales o sustanciales de un hecho o de un proceso.

Al mismo tiempo, la sobresaturación informativa consigue también elevar a la categoría de verdades absolutas, contenidos que se han multiplicado exponencialmente en las redes sociales de internet y en los informativos clásicos de prensa y TV. Se trata del antiguo método nazi de Goebels de repetir tantas veces veces como sea necesario una mentira, un rumor o una “media verdad” con el fin de convertirla en verdad socialmente aceptada. Nunca antes como hasta ahora habíamos estado los ciudadanos tan indefensos ante el infinito tropel de informaciones por todos los medios. Y nunca antes habíamos necesitado de cada vez más capacidades de análisis y pensamiento crítico sosegado ante tanta sobreinformación.

Por otro lado, la sobresaturación informativa tiene también una finalidad implícita: hacernos creer que la realidad de nuestra existencia individual y social, es aquella que los medios nos cuentan y que necesaria y únicamente puede describirse y explicarse conforme a las secuencias y esquemas de estructuración informativa que los medios nos ofrecen como dada y factual. Son pues los medios de comunicación los que inducen a los individuos a pensar conforme a los criterios de veracidad que ellos mismos establecen y sin que las audiencias tengan nada que decir. Queda claro pues y en mayor o en menor medida, que las llamadas “parrillas informativas” o la “oferta de programas” de los medios, son indudablemente decisiones de carácter político, económico e ideológico que obedecen a los intereses de los grupos económicos, sociales y políticos que los financian y promueven.

Es tal el ruido mediático (prensa, radio, TV y redes sociales) al que estamos sometidos diariamente que es prácticamente imposible sustraerse a él. En este escenario, nuestra capacidad de comprensión y articulación de las informaciones que nos llegan a diario, hacen cada vez más difícil aprender y producir conocimientos coherentes, sistemáticos y contrastados. De tanto ruido, intoxicación e información producida por la “industria de la conciencia“  nuestra capacidades de discriminación, discernimiento y pensamiento crítico son cada vez más difíciles de aplicar y desarrollar.

En este punto debo recordar que el término “industria de la conciencia” lo utilizo aquí para designar el conjunto de grandes empresas, medios de producción y recursos tecnológicos que se encargan de la comunicación y de la información (prensa, radio, TV y redes digitales) y que junto a la “industria del ocio” de los grandes espectáculos de masas, así como la “industria cultural” de grandes editoriales y productoras cinematográficas y también de la “industria escolar” de todas las entidades formativas y educativas, configuran, orientan e imponen por diversos procedimientos y estrategias, los modos de pensar, sentir, comunicarse y vivir de las grandes mayorías del Planeta o de un determinado país.

En general, la industria de la conciencia sirve para configurar, cohesionar, normalizar o naturalizar una determina visión o concepción del mundo, una especie de pensamiento único o de conciencia única y universal por la que se legitima o se considera como normal el orden social y político establecido. Se trata de una industria que bajo la apariencia de diversidad, creatividad y mediante los más sutiles procedimientos propagandísticos nos hace creer, que somos libres y dueños de nuestras opiniones, creencias y convicciones, cuando realmente estamos siendo conducidos y orientados por poderes impersonales que escapan a nuestro control y anulan o disminuyen nuestra capacidad de discernimiento, de crítica, autocrítica e imaginación. De este modo se obstaculiza, impide o dificulta, que los ciudadanos podamos construir una cultura y una educación auténticamente liberadoras y unas relaciones sociales basadas en la colaboración, la cooperación y la responsabilidad individual y colectiva en el más amplio desarrollo de los Derechos Humanos Universales.

Es tanto el ruido que acompaña a las informaciones y tantas las variables del contexto que es necesario considerar para analizar la veracidad de las mismas, que realmente es muy difícil disponer de todos los elementos de contrastación y verificación que serían necesarios. Pero además, si añadimos a esta situación la posibilidad de que cualquier ser humano con un mínimo de habilidades de manejo de las redes sociales puede convertirse en un emisor de informaciones de mucha audiencia, estamos en mayor o en menor medida indefensos ante falsedades, manipulaciones y seducciones.

Estamos de algún modo sometidos a una gran paradoja comunicativa planetaria. Si bien nuestras posibilidades de comunicación nunca han sido tan amplias y diversas, el contenido general de dichas comunicaciones tiende ser cada vez más pobre, superficial y carente de un mínimo de rigor. Asistimos a la paradoja de que a mayores medios de comunicación, menores son los estándares de calidad y rigor de las comunicaciones y menores son también las posibilidades de encuentros humanos enriquecedores y fraternales. Y todo esto sin contar las masivas campañas publicitarias de todo tipo que a cada instante nos recuerdan que debemos comprar para ser felices. Obviamente, este problema únicamente puede resolverse si los sistemas educativos y formativos de nuestro tiempo son capaces de ayudar a los individuos a adquirir procedimientos y habilidades de pensamiento crítico y aplicarlos en su vida cotidiana, social y profesional. Sin embargo, es también nuestra responsabilidad como seres humanos y ciudadanos dotarnos por nuestra cuenta de recursos formativos y para el desarrollo personal capaces de ayudarnos para ser más plenamente humanos y en definitiva más pacíficos, justos y fraternos.

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Juan Miguel Batalloso Navas, es Maestro de Educación Primaria y Orientador Escolar jubilado, además de doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, -España–.
Ha ejercido la profesión docente durante 30 años, desarrollando funciones como maestro de escuela, director escolar, orientador de Secundaria y formador de profesores.
Ha impartido numerosos cursos de Formación del Profesorado, así como Conferencias en España, Brasil, México, Perú, Chile y Portugal. También ha publicado diversos libros y artículos sobre temas educativos.
Ha sido miembro del Grupo de Investigación ECOTRANSD de la Universidad Católica de Brasilia y pertenece al Consejo Académico Internacional de UNIVERSITAS NUEVA CIVILIZACIÓN, donde ofreció el Curso e-learning: ‘Orientación Educativa y Vocacional’.
En la actualidad, casi todo su tiempo libre lo dedica a la lectura, escritura y administración del sitio KRISIS cuya temática general está centrada también en temas educativos y transdisciplinares. Su curriculum completo lo puedes ver AQUÍ.

4 thoughts on “KRISIS recomienda: Ruido mediático

  1. Excelente nota. Es de las que ayudan a pensar, a discernir y emitir juicio sobre un tema que nos abruma con su frecuencia y creciente invasión. Personalmente, me ayuda a los 91 años a barrer las telarañas…ABRAZO FRATERNO.

  2. Excelente artículo que nos lleva a preguntarnos cómo serán las próximas generaciones de humanos cargados con tantos lastres de ruidos. La historia nos da datos muy esperanzadores, porque en todos sus periodos, desde la prehistoria hasta nuestros días, a pesar de sus cargas culturales, han existido grandes chamanes o iluminados.

  3. Muy interesante el artículo,profundo y muy bien desarrollado. Creo q está describiendo la situación actual q vivimos en este mundo nuestro en el q hay una rápida y muy variada información que parece estar preparada para entretener, y evitar el pensamiento crítico, es lo q interesa a los grandes conglomerados mediáticos, información claro q está sesgada y es pura desinformación, q favorece al capital al sistema imperialista q quiere estar siempre vigente en el mundo.
    Es cierto que hay que volver a leer más a comunicarnos más, a recuperar el debate ,la cultura, los valores éticos, la concienciación política, ser más personas ,menos mercancia, estar menos colonizados culturalmente, en fin ser más auténticos como seres humanos y unirnos más a la naturaleza.
    Seamos positivos y ojalá algún día se haga realidad esa bonita idea de que la “HUMANIDAD SEA COMO UNA GRAN FAMILIA”

Me encantaría que hicieras un comentario. Muchas gracias.