La confianza (1)

Hoy 14 de septiembre de 2019, el eminente biólogo, filósofo, psicólogo, pedagogo y educador chileno Humberto Maturana cumple 91 años y deseo de todo corazón, desde este humilde lugar, celebrar y felicitar su cumpleaños recogiendo y reflexionando sobre uno de los temas centrales de su obra: la confianza.

En relación con la confianza, Maturana nos dice «…Vivimos una cultura que niega el amor al darle un carácter especial subiéndolo al pedestal de la virtud. Vivimos una cultura que está centrada en la distinción entre el bien y el mal, en la exigencia de la obediencia y, por lo tanto, en la desconfianza, y no vemos que sin confianza no se constituye lo social. Por esto, aunque vivimos de actos de confianza, no lo vemos y sólo vemos la desconfianza, el desamor, la competencia, la lucha (…) La confianza es el fundamento de la convivencia social, cualquiera que sea el ámbito y la multidimensionalidad de ella. De hecho, no hay sustituto para la confianza en las relaciones humanas, y sin confianza no hay fenómeno social…»

Dejando claras mis intenciones, debo señalar que la reflexión que me propongo hacer sobre la confianza como fenómeno social y como componente de nuestra condición humana, viene motivada por la indignación que siento cuando todo un Presidente de Gobierno de España, como lo es Pedro Sánchez, así como su portavoz y todo su equipo, manifiestan públicamente con toda tranquilidad que ni Pablo Iglesias ni Unidas Podemos son merecedores de confianza o carecen de las bases mínimas para la misma. En este sentido me atrevo a decirles desde aquí a todos los miembros de este legítimo y democrático Gobierno de España, así como a todos los dirigentes y portavoces del PSOE, aquello que el emérito rey Juan Carlos le espetó a Hugo Chaves en aquella cumbre de países latinoamericanos: “¿Por qué no te callas?” ¿Por qué no os calláis? Y es que en el supuesto de que lo afirmado por estos altos dirigentes fuese verdad, decir públicamente que se desconfía de quienes en días anteriores se pregonaba que eran sus “socios preferentes”, es por lo menos contradictorio, insultante, falaz y de enormes y negativas consecuencias para la convivencia social.

Contradictorio, porque no se puede estar diciendo durante tres o cuatro meses que alguien quiere cooperar, acordar y pactar conmigo declarándome “socio preferente” y de buenas a primeras manifestar que no tengo “las bases mínimas de confianza” o que yo “soy el escollo para una negociación”. Insultante, porque la expresión contiene una atribución descalificatoria que me inhabilita, me desprecia y me humilla. Falaz, porque no se aportan argumentos basados en hechos visibles y observables que digan o prueben de forma concreta porque yo no poseo esas “bases mínimas de confianza” y en qué consisten las mismas. Y finalmente negativa, porque de forma directa o indirecta, los más altos dirigentes políticos de nuestro país, están promoviendo y haciendo pedagogía política de la desconfianza y por tanto de esta forma se está contribuyendo en mayor o en menor medida a fracturar la convivencia social.

En este punto, no podemos ni debemos olvidar que la democracia representativa, lo queramos o no, nunca puede ser un criterio de verdad porque el hecho de que unas mayorías triunfen sobre unas minorías, no significa ni mucho menos que esas mayorías tengan la verdad o lleven razón (Galileo perdió la votación y Hitler, Trump y Bolsonaro la ganaron). Por tanto y como dijo una vez el que fuera catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad Complutense de Madrid, Miguel Fernández Pérez “la democracia no es criterio de verdad, es criterio de convivencia, nada más y nada menos

A partir de aquí, es obvio que no hay que estudiar mucho para darse cuenta de que todo lo que somos, todo lo que mentalmente hemos construido para definir nuestra identidad, toda nuestra actividad como seres humanos e incluso todo lo que podemos llegar a ser, lo hacemos gracias a los vínculos de confianza y afecto que establecemos con nuestros semejantes. Y cuando estos vínculos se quiebran, se desconfiguran o se ignoran, no solo se contribuye a destruir o a quebrar la convivencia, sino que por lo general siempre aparece el dolor y el sufrimiento personal en sus más variadas manifestaciones de emociones y sentimientos negativos. De hecho la crisis civilizatoria en la que estamos inmersos, desde la perspectiva existencial, podemos entenderla también como el resultado de la fragmentación y la desarticulación de los vínculos sociales, unos vínculos que hasta hace poco constituían el soporte que alimentaba y sostenía nuestra plataforma de crecimiento personal y la construcción de nuestra identidad y carácter. La crisis existencial de los seres humanos de nuestro tiempo a la que me gusta llamar como “crisis del ser”, es pues también una crisis de confianza.

¿Podríamos desarrollarnos sin una madre que nos espera, acoge, alimenta, estimula y nos ama incondicionalmente? ¿Qué sería del ser humano si no tuviese la posibilidad de nacer en un núcleo familiar que lo ama, escucha y educa, proporcionándole una confianza y unos aprendizajes básicos para la construcción de su autonomía personal? ¿Podríamos llegar a ser plenamente humanos si no fuésemos capaces de comunicarnos, conversar, dialogar y convivir? ¿Es posible desarrollarnos personalmente y alcanzar niveles más integradores de conciencia sin ser dadores y receptores de confianza, comprensión y cariño? ¿Acaso podemos prescindir de la necesidad de establecer vínculos y relaciones de interdependencia? ¿Podemos vivir y convivir sin confianza, comprensión, tolerancia y respeto? ¿Podemos vivir y convivir sin vínculos de amistad, afecto, cariño y amor?

A estas alturas del siglo XXI, conocemos ya sobradamente que nuestras funciones cognitivas, así como nuestro carácter y personalidad, se originan y desarrollan a partir de las relaciones e interacciones que establecemos en los contextos sociales. Nuestro lenguaje e inteligencia no son exclusivamente producto de una serie de capacidades innatas e inmodificables, sino que surgen y se desarrollan mediante complejos procesos de interacción, mediación y relación socioafectiva. Pero, además, incluso biológicamente nos constituimos como seres vivos mediante complejos y creativos sistemas de cooperación. ¿Por qué entonces este individualismo dimisionario y marcadamente egocéntrico que nos lleva a convertir nuestro medio social en una barbarie de lucha y competición y nuestro mundo interno en un oscuro lugar de sufrimiento y hastío? ¿Por qué entonces esta desconfianza y este miedo permanente al otro, ya se trate de un individuo, un grupo o una sociedad entera?

En fin, todas estas preguntas que a esta edad y en este momento me hago y que son producto de mi propia experiencia social, no puedo responderlas en tan corto espacio, por eso agradeciéndote a que te hayas parado aquí, te invito a que si te ha gustado, continúes leyendo los siguientes articulitos sobre este fundamental y transcendental asunto para la convivencia democrática y para la paz.

2 thoughts on “La confianza (1)

  1. Un artículo fabuloso porque trata de la confianza, el vínculo más importante entre amigos, parejas o políticos. La confianza construye puentes de interacción personal , unos puentes que no está dispuesto a construir P. Sánchez con P. Iglesias. Algo inaudito y contradictorio por lo que dijo ” socio preferente” y dice ahora ” no presenta las bases mínimas de confianza”. Es, por supuesto, una expresión inaceptable de desprecio y de humillación . Por otra parte, tienes razón en que ” los más altos dirigentes políticos de nuestro país, están promoviendo y haciendo pedagogía política de la desconfianza y por tanto de esta forma se está contribuyendo en mayor o en menor medida a fracturar la convivencia social”. Un fuerte abrazo, José Melero.

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