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POR UNA ESCUELA SOLIDARIA. La solidaridad y sus implicaciones
Por Juan Miguel Batalloso Navas
La solidaridad no es ese sentimiento de conmoción o compasión que experimentamos cuando vemos a alguien que sufre o se duele. Este puede ser un excelente comienzo de un proceso de aprendizaje solidario, pero por lo general este sentimiento termina por extinguirse cuando desaparece la percepción del hecho, o cuando movidos exclusivamente por el sentimentalismo, el caritativismo, la generosidad, o el asistencialismo, hacemos un acto altruista, dirigido coyunturalmente a paliar el dolor o también a suavizar nuestro posible sentimiento de culpa. Pero además, la solidaridad tampoco es exclusivamente ese sentimiento de identidad y afiliación que se deriva de la pertenencia a un determinado grupo social o a una organización a la que pertenecemos o con la que nos identificamos, aunque sean los grupos humanos los escenarios naturales en los que se expresa y materializa la solidaridad.
Así pues, todos estos programas dirigidos a que los alumnos se sensibilicen por las injusticias ajenas, cercanas o lejanas, pueden representar indudablemente algo muy positivo para iniciarse en la solidaridad, pero no deben confundirse con la educación en, para y con la solidaridad. La solidaridad no se construye a partir de una situación de exterioridad, de lejanía o de superioridad. La solidaridad no es ni caridad, ni compasión, ni asistencialismo, lo que no quiere decir que no incluya bondad, generosidad y ayuda desinteresada. La solidaridad es algo mucho más profundo, intenso y permanente que no se restringe a un momento o a una acción concreta, sino que es más bien un proceso continuo de construcción cooperativa de responsabilidad individual y colectiva, así como de igualdad en la diversidad.
En este punto, el maestro chileno Luis Razeto, nos lo deja perfectamente claro cuando nos dice que «…la solidaridad es una relación horizontal entre personas que constituyen un grupo, una asociación o una comunidad (1), en la cual los participantes se encuentran en condiciones de igualdad (2). Tal relación o vínculo interpersonal se constituye como solidario en razón de la fuerza o intensidad de la cohesión mutua (3), que ha de ser mayor al simple reconocimiento de la común pertenencia a una colectividad. Se trata, en la solidaridad, de un vínculo especialmente comprometido, decidido, que permanece en el tiempo y que obliga a los individuos del colectivo que se dice solidario, a responder ante la sociedad y/o ante terceros, cada uno por el grupo, y al grupo por cada uno (4)..»2 Ref.RAZETO MIGLIARO, Luis. El concepto “Solidaridad”. Pensamiento Crítico Latinoamericano. Conceptos Fundamentales, Volumen III, págs. 971-985. Ediciones Universidad Católica Silva Henriquez. Santiago de Chile. 2005. [Consulta: 26 marzo 2016]
Partiendo de esta definición de solidaridad que nos ofrece el profesor Razeto, una Escuela Solidaria es al menos la que trabaja en función de cuatro grandes fines educativos y de desarrollo humano individual y comunitario:
- Crear condiciones y garantías para que las relaciones entre las personas de la comunidad escolar sean horizontales, es decir, basadas en el reconocimiento mutuo, la confianza, la escucha activa, el diálogo, la tolerancia y la búsqueda de convergencias. Las relaciones horizontales o de confianza mutua no pueden darse de golpe, por impulsos o partiendo de prejuicios, estereotipos o narrativas previas acerca de cómo vemos a los demás y a nosotros mismos. Son en realidad el producto de experiencias de reconocimiento mutuo, acogimiento, cuidado, respeto y responsabilidad. Su desarrollo depende del despliegue de afectos, cariño y en definitiva de sentimientos amorosos, así como de una percepción lo más clara posible de uno mismo y de los demás. 3 Ref.LANDAETA FARIZO, Felipe. Los desafíos de la horizontalidad en el liderazgo..
- Garantizar la igualdad de condiciones educativas y de desarrollo individual y comunitario, partiendo del reconocimiento de las particularidades de la diversidad de las personas, de forma que las diferencias individuales o de contextos escolares y sociales no se transformen en discriminaciones o en obstáculos insalvables para aquellas personas que presentan dificultades o determinadas carencias. En una Escuela Solidaria, es indispensable que las personas perciban y sientan que son tratadas digna y humanamente y no como objetos que deben ser manipulados o seducidos para cumplir u obedecer a determinadas tareas en base a normas externas o criterios puramente arbitrarios, selectivos y competitivos. Por tanto, una Escuela Solidaria no es la que trata, enseña, motiva, estimula o evalúa a todos por igual, sino aquella que compensa, ayuda, suplementa las posibles dificultades que las personas puedan presentar para el aprendizaje y su desarrollo, al mismo tiempo que construye permanentemente relaciones de cooperación.
- Toda Escuela Solidaria, se va haciendo solidaria en la medida en que es capaz de crear relaciones de cohesión e integración comunitaria, desarrollando así una identidad propia y singular abierta a la creación de una cultura escolar que la identifica y la dota de sentido estimulando el desarrollo de fuertes sentimientos de pertenencia. Las personas que trabajan y se comprometen en una Escuela Solidaria, la consideran y la valoran como un espacio físico, humano y social propio. Un espacio de aprendizaje y de trabajo con el que se sienten vinculadas y que en gran medida las identifica y en el que se sienten plenamente reconocidas y autorrealizadas Un espacio en suma, en el que encuentran numerosas fuentes de participación, gratificación, protagonismo y bienestar.
- Finalmente, una Escuela Solidaria es aquella que desarrolla la responsabilidad en sus más diversos ámbitos: la responsabilidad personal e individual de profesores, directivos, familias y alumnado; la responsabilidad profesional de todos y cada uno de los docentes, gestores, administradores y personal laboral de la escuela; la responsabilidad colectiva de la Escuela como institución que tiene unos fines, objetivos y desarrolla unos programas educativos y formativos que aunque estén dirigidos al alumnado, no se reduce a ellos, sino que se amplían al profesorado y su perfeccionamiento como profesionales y a la propia ciudadanía de la comunidad local. Y una responsabilidad social entendida como respuesta solidaria a las necesidades tanto de sus miembros, de la propia institución, como de la comunidad local y otras comunidades en su caso.
Juan Miguel Batalloso Navas, es Maestro de Educación Primaria y Orientador Escolar jubilado, además de doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, -España–.
Ha ejercido la profesión docente durante 30 años, desarrollando funciones como maestro de escuela, director escolar, orientador de Secundaria y formador de profesores.
Ha impartido numerosos cursos de Formación del Profesorado, así como Conferencias en España, Brasil, México, Perú, Chile y Portugal. También ha publicado diversos libros y artículos sobre temas educativos.
Ha sido miembro del Grupo de Investigación ECOTRANSD de la Universidad Católica de Brasilia y pertenece al Consejo Académico Internacional de UNIVERSITAS NUEVA CIVILIZACIÓN, donde ofreció el Curso e-learning: ‘Orientación Educativa y Vocacional’.
En la actualidad, casi todo su tiempo libre lo dedica a la lectura, escritura y administración del sitio KRISIS cuya temática general está centrada también en temas educativos y transdisciplinares. Su curriculum completo lo puedes ver AQUÍ.
Referencia
Un excelente artículo sobre la solidaridad que, sin quitar mérito a los actos puntuales altruistas, es ” un proceso continuo de desarrollo de la responsabilidad individual y colectiva, así como de igualdad en la diversidad”,
La solidaridad es una virtud humana que la desarrolla la educación escolar, la familia y la interacción social.
Razeto describe muy bien los cuatro fines educativos para conseguir una Escuela Solidaria:
1. Crear un ambiente de relaciones en las que predomine el reconocimiento mutuo, el diálogo, la tolerancia…
2. Garantizar el reconocimiento de la diversidad de las personas.
3. Crear relaciones de cohesión e integración comunitaria.
4. Desarrollo de la responsabilidad.