A Javier Aristu Mondragón

Por Juan Miguel Batalloso Navas

Javier Aristu

Cuando somos sensibles, cuando nuestros poros no están cubiertos de las implacables capas, la cercanía con la presencia humana nos sacude, nos alienta, comprendemos que es el otro el que siempre nos salva. Y si hemos llegado a la edad que tenemos es porque otros nos han ido salvando la vida, incesantemente.

Ernesto Sabato. La resistencia.

Qué triste despertar he tenido esta mañana. Qué triste saber, querido, que ya te has marchado. Qué triste comprobar que tus ideas, las mías y las de tantos otros y otras no acaban de impregnar la conciencia y la esperanza activa de las grandes mayorías de ciudadanos.

Para mí y creo que para todos los que te conocieron y estuvieron cerca de ti fuiste el paradigma de la sencillez, la humildad, el diálogo, la tolerancia, el compromiso con la clase obrera y todos los sectores sociales marginados. Pero también del estudio, del rigor y de la excelencia intelectual. Y todo ello, sin alaracas, sin salidas de tono, sin ruidos, sin ostentación, sino con la máxima apertura, la máxima paciencia y esa especial capacidad de aparecer siempre en segundo plano, sin querer ocupar espacios públicos ni decir la última palabra. Y es que tu trabajo siempre fue silencioso y honesto, paciente y dialogante, al mismo tiempo que leal y firme a unos valores éticos universales e impeercederos.

Cuantos esfuerzos. Cuantos sacrificios. Cuantas apuestas. Cuantos riesgos. Cuanta entrega. Cuanta lucha silenciosa. Cuanta paciencia. Cuanta pedagogía. Cuanto conocimiento. Cuanto respeto. Cuanta capacidad para reconocer y asumir que los hechos nunca son simples, sino complejos. Cuanta visión estratégica del devenir social y político. Cuanta ternura y en definitiva cuanto amor ponías en todo aquello de lo que te responsabilizabas.

Estar a tu lado, escucharte en tus conferencias, leer tus artículos y libros siempre fue para mí un acontecimiento novedoso e innovador. Al contrario que otros que acostumbran a patrimonializar los focos y a dar por sentado supuestas verdades incuestionables, tú siempre cuestionabas, inquirías, preguntabas ofreciendo siempre otra visión de mayor hondura y extensión.

No tuve la suerte de tener contigo una relación periódica y permanente, pero te puedo asegurar que cada vez que te escuchaba o te leía, siempre aprendía algo nuevo, ya fuese de contenido y conocimiento siempre abierto a las diversas dimensiones e interpretaciones de los acontecimientos, o de continente y formas de expresión pausada, accesible, pedagógica y llena de afecto y comprensión humana.

Sin duda alguna fuiste no solo un intelectual como la copa de un pino, sino sobre todo un Maestro, un Profesor siempre cercano, siempre entregado a sus alumnos, que para ti no eran meramente alumnos sino personas a las que había que escuchar, ayudar y tratar con cariño y esmero.

Defensor incombustible de la necesidad de responsabilidad social y política, tanto colectiva como personal. En mi opinión tu capacidad de dialogar, de negociar, de mediar e incluso de resolver conflictos sin ganadores ni perdedores fue siempre admirable. Siempre querías llegar a acuerdos superadores para que los Derechos Humanos Universales y en especial de los trabajadores fuesen visibles y concretos. Y siempre también huías de las alaracas, el griterío, el consignismo y ese radicalismo de salón que confunde firmeza con afirmación dogmática, las ramas con las raíces, o el grito con la necesidad de concretar avances, aunque no sean plenamente satisfactorios. No en vano tu actitud personal y social fue un testimonio vivo de aquellos viejos principios del nuevo tipo de sindicalismo original de las Comisiones Obreras: reivindicativo, de clase, democrático, unitario, independiente, participativo y sociopolítico. Unos principios que estoy convencido de que tu hijo Carlos, actual secretario de las CC.OO. de Sevilla, ha mamado desde la cuna y va a llevar a su máxima expresión siguiendo tu estela. Y unos principios, en suma, que no son en absoluto frases bonitas para hacer en discursos o poner en papeles, sino que en el fondo son formas y actitudes éticas de entender y comportarse en la vida como así han demostrado con los hechos los militantes de CC.OO. que he tenido la oportunidad de conocer. Y sin embargo, jamás hablabas del pasado contando batallitas o presumiendo ostentosamente de que hiciste cual o tal cosa, por eso entiendo que fuiste un auténtico memorialista que siempre asumiste aquello que nos dijo Gabriel Celaya: «…Ni vivimos del pasadoni damos cuerda al recuerdo. Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos…»

Es verdad que fuiste e hiciste muchas cosas. Profesor de Lengua y Literatura. Investigador social e histórico. Articulista y escritor incansable de una actualidad que siempre observabas con un magistral sentido crítico. Conferenciante excepcional. Concejal del Ayuntamiento de Sevilla y secretario provincial del Partido Comunista de España (1982-1988), de aquel PCE en el que tú supiste articular magistralmente igual que nuestro querido Juan Bosco, aquella alianza de las fuerzas del trabajo y la cultura. Pero lo que yo quiero destacar sobre todas esas cosas, es esa presencia y esa actitud permanente de sencillez, diálogo y profunda humanidad. Y es que cada vez que hablaba contigo, sentía algo que muy pocos líderes sociales y políticos saben transmitir y contagiar. Sentía o mejor sentíamos alegría por el encuentro y un reconocimiento mutuo que siempre me motivaba y estimulaba. Sentía y lo digo con el corazón en la mano, comprensión, cuidado, respeto y responsabilidad, cualidades que son precisamente las que constituyen el Arte de Amar, según nos legó uno de los más grandes sabios del siglo XX: Erich Fromm. Fuiste pues para mí un Gran Maestro del que siempre aprendí algo, tanto para conocer más profundamente la realidad social, como para motivarme en la peregrinación eterna de pensar, sentir, decir y hacer algo a partir de la opción preferencial por los pobres.

Adelante siempre querido, adelante. Muchísimas gracias querido por habernos regalado tantos testimonios de conocimiento, sabiduría y amor. Muchísimas gracias también en nombre del Grupo de Camas de la Asociación Memoria, Libertad y Cultura Democrática, con el que siempre estuviste vinculado y dispuesto a ayudarnos en todo. Estamos sin duda impactados, conmovidos y doloridos, pero tu legado es tan inmenso en humanidad, responsabilidad y conocimiento, que estamos decididos a seguir y seguir por la senda que tú tan bien nos has enseñado.

Juan Miguel Batalloso Navas, es Maestro de Educación Primaria y Orientador Escolar jubilado, además de doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, -España–.
Ha ejercido la profesión docente durante 30 años, desarrollando funciones como maestro de escuela, director escolar, orientador de Secundaria y formador de profesores.
Ha impartido numerosos cursos de Formación del Profesorado, así como Conferencias en España, Brasil, México, Perú, Chile y Portugal. También ha publicado diversos libros y artículos sobre temas educativos.
Localmente, participa y trabaja en la Asociación “Memoria, Libertad y Cultura Democrática” En la actualidad, casi todo su tiempo libre lo dedica a la lectura, escritura y administración del sitio KRISIS. Su curriculum completo lo puedes ver AQUÍ.

2 thoughts on “A Javier Aristu Mondragón

  1. Cuando un compañero de viaje deja esta dimensión, ya libre de equipaje, hay que agradecerle, como tu bien haces, la contribución que ha hecho para acercarnos a la conciencia de lo que somos y en la que Javier se ha fundido en plenitud. Hasta pronto amigo. Con un fuerte abrazo, Juan Miguel, te transmito mi sentir para nada te turbe.

    1. Muchísimas gracias querido, por SER y por ESTAR. Tú sabes bien que la vida es un regalo misterioso y milagroso que no es necesario explicar, sino sencillamente vivir y agradecer. Pero como para ti, como para cualquier ser humano, el último viaje de aquellos que admiramos y queremos siempre resuena en nosotros en forma de tristeza, soledad y desamparo. Sin embargo y aun así, me doy cuenta de que soy solamente una minúscula partícula que flota entre dos eternidades, o mejor, en una sola eternidad cósmica en la que existimos y navegamos. Demos pues gracias a la vida y a esos vínculos de profunda amistad y comprensión que nos unen y a su vez nos unen a otras muchas personas y seres que nos acompañan en este devenir milagroso. Un abrazo grande querido.

Me encantaría que hicieras un comentario. Muchas gracias.