Carta a Paulo Freire (2)

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Mi siempre querido y admirado Paulo:

Durante cincuenta años, no solo he leído, estudiado, saboreado y aplicado en mi conducta personal y profesional como educador todas tus enseñanzas, por eso me sería imposible relatar en esta breve carta todo el extraordinario caudal de sabiduría humana, educativa y política que me has regalado y has ofrecido a todas las educadoras y educadores del mundo. Sin embargo, voy a tener el atrevimiento de dejarte al menos algunas de aquellas ideas que han marcado y guiado toda mi vida gracias a ti y tu extraordinaria capacidad para expresarte y generar esa esperanza en lo “inédito viable” de la que siempre hablabas. Permíteme pues que las resuma con brevedad.

Opción preferencial por los pobres

Desde tu primera obra, aquella que titulaste “La educación como práctica de la libertad1 Ref.FREIRE, Paulo. La educación como práctica de la libertad”. Siglo XXI. Madrid. 1978. en la que explicabas tu método de alfabetización que después aplicaste en la experiencia de Angicos, ya anunciabas que el analfabetismo no era una enfermedad, sino una estrategia calculada por las clases dominantes y opresoras para continuar eternamente ejerciendo la dominación y manteniendo sus privilegios. Una opción que profundizaste y ampliaste con brillantez y suma claridad en tu universal “Pedagogía del Oprimido2 Ref.FREIRE, Paulo. Pedagogía del oprimido. Siglo XXI. Madrid. 1975.. Así me enseñaste que, si la educación no nos sirve para liberarnos de nuestras opresiones externas e internas, jamás podremos construir espacios de justicia, libertad y fraternidad. Nunca olvido aquello de la “introyección del opresor en la mente del oprimido”, de aquí la extraordinaria importancia que hoy concedo al desarrollo de la conciencia social, política y también espiritual. En gran medida, tú formas parte de la estela dejada por grandes luchadores en favor de los más pobres como tus amigos Helder Camara, Pedro Casaldáliga, Leonardo Boff y también Luiz Inácio Lula da Silva con el que fundaste el Partido de los Trabajadores (PT).

Praxis y coherencia

Si hay algo en tu vida y en tu obra de carácter más trascendente, es sin duda tu coherencia, o esa correspondencia permanente entre lo que sentías, lo que pensabas, lo que decías y lo que hacías. Recuerdo que mi gran amigo y camarada Lorenzo que está contigo en el Universo, siempre me decía “Es verdad lo que se hace. Los hechos son la prueba de nuestra honradez. Por sus hechos los conoceréis y la verdad es siempre histórica, concreta y de clase”. Y esto para mí es una enseñanza esencial. ¿De qué me sirve predicar y dar discursos sobre la opción preferencial por los pobres si no hago nada para que salgan de su situación? ¿De que me sirve creer en tus ideas si no soy capaz de organizarme y comprometerme políticamente con aquellas organizaciones que desean y muestran con su práctica la defensa de los oprimidos? Efectivamente y como decía mi amigo siempre “Es verdad lo que se hace”, sin embargo, tú me ayudaste a distinguir entre idealismo verbalista, activismo espontaneista y verdadera praxis. Una praxis que para ti y para mí es la combinación dialéctica de un proceso permanente y siempre inacabado de acción, reflexión y acción. Por eso, cuando he tenido la desgracia de ver a profesores que hablan de ti y dan hermosos discursos sobre tu obra y compruebo que su práctica en el aula sigue siendo bancaria y exclusivamente discursiva, me da una pena enorme. Pero si hay algo que tú me has enseñado también, es que tú ni nadie es un santo que haya que petrificar, glorificar y colocar en los altares porque lo verdaderamente importante no es reproducir tu obra y rendirte culto, sino comprometerse en la RE-creación de la misma aplicándola a la situación existencial concreta de nuestros alumnos. Y es que los humanos somos así. Santificamos y sacralizamos para al mismo tiempo descafeinar, dulcificar y olvidar la radicalidad de las esencias éticas de su compromiso encarnado. Y así nos va.

Conciencia crítica

Como tú me has enseñado, todo proceso de desarrollo de la conciencia crítica comienza por hacerse preguntas. Incluso hablabas del “arte de preguntar” en el sentido de descubrir quien se beneficia y quien se perjudica con las decisiones de los numerosos grupos y organizaciones sociales. Pero no hablabas solo de crítica, hablabas también de conciencia autocrítica. ¿Cómo puedo enseñar yo la democracia, la justicia, la fraternidad o la humildad si no prefiguro en mi conducta cotidiana y habitual dichas actitudes? ¿Como puedo yo ayudar a que mis alumnos se liberen si no estoy inmerso yo mismo en un proceso de liberación individual y social? ¿Cómo puedo yo realizar una práctica docente liberadora y de calidad si rechazo cualquier forma de autoevaluación, heteroevaluación y de participación de mis alumnos en la misma? Pero por desgracia hoy, en la mayoría de nuestras escuelas prácticamente no se enseña a pensar críticamente. No se enseña a preguntar y la enseñanza continúa siendo un proceso consistente en repetir respuestas a preguntas que han sido formuladas por otros. Por eso tu creaste “La Pedagogía de la pregunta” que expresaste magistralmente en aquel maravilloso diálogo que mantuviste con Antonio Faundez. 3 Ref.FREIRE, Paulo; FAUNDEZ, Antonio. Por uma pedagogia da pergunta. Pa e Terra. Rio de Janeiro. 1985.

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2 thoughts on “Carta a Paulo Freire (2)

  1. Celebro la coherencia de Paulo Freire al hacer corresponder lo que sentía, pensaba y decía con lo que hacía. Es bien cierto que a una persona se la conoce por sus hechos, y Paulo Freire es un ejemplo a seguir.

Me encantaría que hicieras un comentario. Muchas gracias.