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En Camas ya no hay curas como los de antes
Por Juan Miguel Batalloso Navas

“¿Habrá predicadores y predicadoras que el cuatro domingo de Adviento de 2023 osen pronunciar un sermón profético de denuncia del genocidio llevado a cabo por Netanyahu contra Gaza con la complicidad de los Estados Unidos, que está vetando todas las resoluciones de la ONU para el alto el fuego? Espero que haya muchas voces que, a imagen de los profetas de Israel y siguiendo la estela de fray Antón Montesino, condenen tamaños crímenes contra poblaciones civiles en sus homilías.”
Una pregunta, sin duda radical, para conocer y comprender la naturaleza y el estado en que se encuentra la Iglesia católica actual y que podemos trasladar a la ciudad de Camas (Sevilla) y otras tantas.
A partir de este sencillo acontecimiento personal, no he podido evitar la tentación de recordar aquellos tiempos del pasado siglo, en los que existía en Camas una Iglesia popular y conciliar que dio grandes frutos en la formación de la juventud y en la comprensión del mensaje original de Jesús “el hijo del carpintero”. Vaya pues este artículo en recuerdo y homenaje a aquellos curas de entonces.

Hace más de medio siglo en Camas existían, al igual que hoy, tres parroquias: la parroquia de Sta. María de Gracia, la parroquia de La Fuente y la parroquia de La Pañoleta. En aquel tiempo, la parroquia más grande, la que tenía el templo más antiguo y artístico, la de mayor influencia en la orientación de la feligresía católica y la única con cofradías y hermandades de Camas era y sigue siendo sin duda la de Sta. María de Gracia, o al menos esto es lo que yo he podido observar cómo vecino de Camas desde hace más de cincuenta años.
En aquel entonces, en la década de los 60 y los 70 del pasado siglo, Camas padecía una calamitosa y deprimente situación social y urbanística que poco a poco comenzó a resolverse a partir del nacimiento de los ayuntamientos democráticos en 1979. Básicamente, a nivel social y religioso existían tres núcleos de población: el centro de Camas y todas las calles principales que desembocaban en la plaza del viejo ayuntamiento; el barrio de la Fuente y de Caño Ronco medio y alto y los núcleos de Pañoleta y Coca (ojalá pronto se le cambie el nombre porque conforme a la Ley de Memoria Democrática es netamente ilegal).
Aunque obviamente los años 60 y 70, económica y socialmente en Camas no eran precisamente excelentes dado el nivel de insuficiencias urbanísticas y de servicios y los pelotazos de especulación inmobiliaria, además de las miserables condiciones laborales de los trabajadores y la permanente represión social, política y cultural de la dictadura, lo cierto era que en el Centro vivían las personas más acomodadas o por decirlo así más puramente cameras y era en el Centro también, donde estaban los mejores comercios y todas las empresas bancarias.
Por el contrario, tanto el barrio de La Fuente como el de La Pañoleta se fue poblando de trabajadores de bajos salarios, de personas que ni soñando podían acceder a tener una vivienda en el Centro. De hecho, las familias que desde otros lugares se venían a vivir a Camas fijaban su residencia en La Pañoleta y en nuevas barriadas de bloques de pisos como Hiconsa y El Balcón de Sevilla. No obstante, había también numerosos vecinos que venían de fuera y mediante la compra de unos terrenitos autoconstruían sus viviendas en lo que hoy conocemos como La Extremeña-Sta. Rosa y Caño Ronco Alto. De todo esto puedo dar fe, de que cuando llegué a Camas, mis padres se instalaron en Hiconsa, dado que los pisos tenían un precio relativamente asequible para los trabajadores. Recuerdo que por unas 300.000 pesetas mis padres compraron aquel piso en el que por primera vez en mi vida disfruté de agua corriente en el baño y en la cocina. Por tanto, los centros sociales de la pobreza y de la ausencia de servicios e infraestructuras urbanas eran La Fuente y La Pañoleta. No obstante, las deficiencias las había también en Hiconsa y la Bda. Mallorca, que hoy están prácticamente fusionadas con el Centro y han perdido a mi juicio cualquier tipo de carácter sociocultural identitario.
Pues bien, en aquel entonces, cuando llegué a Camas en 1972, la parroquia central de Sta. María de Gracia estaba dirigida por Juan Rojas Gil-Bermejo que fue ordenado sacerdote el 15 de marzo de 1930. De él no tengo ninguna memoria, salvo que lo vi en diversas ocasiones tocado con sotana hasta los pies y su bonete. No obstante, de los testimonios que he podido recoger, todos concuerdan en que se trataba de un cura tradicional, nacionalcatólico, franquista y muy preocupado por los sacramentos, la liturgia, la devoción a María, así como a la promoción de cofradías y hermandades. De hecho, Juan Rojas fue el que inició el proceso de legalización eclesiástica de la Hermandad del Rocío de Camas en el año 1975, asistiendo a la primera Romería en 1976. De entre esos testimonios recuerdo vivamente el que me proporcionaba mi propio padre, que era un fiel creyente al mismo tiempo que nacionalcatólico y franquista, que tenía una importante amistad con Juan Rojas con el que se reunía todas las semanas, asistiendo a todas sus misas.
Obviamente, cuando llegué a Camas y observé el panorama, siendo yo como era un creyente y un admirador de toda la doctrina y las reformas del Concilio Vaticano II, además de antifranquista, opté por organizarme y participar en la parroquia de La Fuente, colectivo en el que tuve el privilegio y la suerte de encontrar a curas conciliares, modernos y muy apartados del nacionalcatolicismo. No fue pues una casualidad de que en la parroquia de La Fuente naciera uno de los proyectos juveniles más formativos y creadores de conciencia social, política y cristiana que ha habido en Camas en todos los tiempos: el Centro de Juventud Al-Kama, fundado y dirigido por Carlos Sánchez Barbudo y Manuela Vargas al amparo del párroco Luis Carmona Torres y su coadjutor Rafael Rueda Álvarez.

Recuerdo vivamente que aquel “Centro Parroquial de Juventud” fue realmente un hervidero de convivencia juvenil, de posibilidades festivas y formativas, así como también un semillero de jóvenes comprometidos con los problemas reales del pueblo y con la incipiente lucha por las Libertades Democráticas. De allí salieron jóvenes militantes de los partidos políticos clandestinos como el Partido Socialista de Andalucía, la Joven Guardia Roja y el Partido Comunista de España (PCE), partido que años más tarde, en 1979 y encabezado por Francisco Pinto Limón, sería el ganador de las primeras Elecciones Municipales Democráticas tras la dictadura. Un partido, que, en aquel entonces, entre 1977 y 1981, llegó a tener más de 250 militantes, de lo cual doy fe, dado que el PCE de Camas fue para mí una de las más importantes escuelas de formación ética, política y humana que he tenido en mi vida.
Por aquella parroquia de La Fuente, pasaron además otros curas jóvenes también muy comprometidos con el barrio, el pueblo. En particular recuerdo a uno que se llamaba Alfonso que residía en una vivienda de la UVA y que todavía era seminarista en Sevilla. Un seminario, por cierto, que impartía las enseñanzas y orientaciones del Concilio Vaticano II además de todas las aportaciones que venían de América Latina y del nacimiento de la Teología de la Liberación. Una tarea formativa en la que destacó extrarodinariamente el por aquel entonces también cura, Enrique Robles.
Pero, además, en la parroquia de la Fuente y tras la desaparición de Luis Carmona, tuvimos la gran suerte y alegría de recibir a una de las personas más buenas, sencillas, coherentes y ¿por qué no decirlo?, más santas que han pasado por Camas. Me estoy refiriendo, claro está, a Juan Escaño, con quien mantuve una maravillosa relación de amistad y de respeto mutuo a pesar de que yo ya había abandonado por completo la subordinación y la obediencia a la Iglesia católica y todas sus liturgias. Un santo con el que tuve la extraordinaria experiencia de visitarlo en Perú comprobando con mis propios ojos el bien tan grande que hacía diariamente a todos los habitantes de su parroquia de Cajamarca.
Al mismo tiempo, en la calle Buen Aire de Camas y en 1974, se instalaron unos curas salesianos, también fuertemente comprometidos social y políticamente, además de seguidores de todos los avances teológicos que representó el Vaticano II y la Teología de la Liberación. Se trataba de lo que se conoció como Comunidad Salesiana de Camas formada por Miguel Fernández Villegas, José Matías Gil, Luis Martín Blanco, Antonio Durán Sánchez, a la que se incorporó posteriormente Lorenzo Rastrero Bermejo. Un grupo que dio grandes frutos culturales, formativos, sociales y políticos. No en vano, todas las innovaciones culturales que se realizaron en Camas desde 1979 a 1987 se debieron al esfuerzo sostenido del primer concejal de Cultura (Miguel Fernández Villegas) y del segundo (Lorenzo Rastrero Bermejo), ambos pertenecientes al PCE y hacedores del compromiso social y político con los más pobres y vulnerables que el mensaje de Jesús “el hijo del carpintero” propone.
De todo esto puedo dar testimonio vivo, tanto por mi participación en el maravilloso Centro de Juventud “Al-Kama”, como en la Comunidad Salesiana, así como también en la Agrupación de Camas del PCE, una Agrupación que siempre recibió a los cristianos con los brazos abiertos, ofreciéndoles la oportunidad de participar en la gestión municipal e ir en sus listas para las Elecciones Municipales. Puedo decir con convicción que aquella época fue para mí un tiempo de extraordinarios aprendizajes que sigo manteniendo y mantendré hasta el final de mis días.
Al compás de todo este clima social de cristianismo conciliar y liberador que se dio en el Barrio de La Fuente, en La Pañoleta, en su parroquia Nuestra Señora de Guía y gracias a los esfuerzos y el firme compromiso de su párroco Miguel Mejías, comenzó igualmente toda una etapa de formación y de denuncia social de las extraordinarias calamidades y deficiencias que el barrio de La Pañoleta tenía. Unos esfuerzos que fueron continuados con más empeño y compromiso si cabe por uno de los mejores amigos, que, junto a Lorenzo Rastrero, he tenido la gran suerte de tener en mi vida. Me estoy refiriendo, claro está, a Fernando Camacho Acosta, figura y personaje extraordinario donde los haya de compromiso diario y permanente con los más pobres de los pobres.
Aquel tiempo pasó y tras la muerte del papa Pablo VI, llegó Juan Pablo I, que solamente duró como papa 33 días. Y tras él ocupó el trono patriarcal del Vaticano (nunca mejor dicho) el papa polaco Wojtyla (Juan Pablo II) que estuvo nada menos que 27 años en el cargo (1978-2005), siendo sucedido por el papa alemán Ratzinger (Benedicto XVI) y ocupando el trono papal desde 2005 hasta 2013, año en el que dimitió.
Pues bien, tanto el papa polaco Wojtyla como el alemán Ratzinger cuyo periodo de mandato duró un total de 35 años, consiguieron hacer de la Iglesia católica una institución mucho más retrógrada, conservadora, patriarcal, así como defensora del actual desorden social establecido por la globalización neoliberal, sin olvidar la marginación y la discriminación de las mujeres que todavía continúa. Durante todos esos años, las singulares aportaciones del Concilio Vaticano II centradas en el mensaje esencial de Jesús “el hijo del carpintero” y dirigidas a optar radical y firmemente por todos los pobres, marginados y desposeídos, incidiendo en las causas objetivas de carácter económico y político, terminaron por desaparecer. De hecho y durante todo ese periodo, se condenaron, persiguieron y censuraron todas las elaboraciones y compromisos cristianos y sociopolíticos de la Teología de la Liberación.
Y como no podía ser de otra manera, aquel cristianismo liberador, conciliar y popular de la Camas de los años 70 del pasado siglo, terminó poco a poco por desaparecer, si bien la llama de aquella antorcha de coherencia, dignidad, compromiso y encarnación representada por el párroco de La Pañoleta Fernando Camacho Acosta, hasta el mismo día de su fallecimiento el 7 de enero de 2018, continuó encendida.
Y así hemos llegado hasta hoy, un tiempo en el que, a mi juicio, ya no existen curas como aquellos de aquel entonces que sin duda alguna dejaron frutos y semillas de esperanza inquebrantable en que el Reino de Dios no está “allá arriba” como siempre nos hicieron creer los patriarcas del nacionalcatolicismo, sino que, por el contrario, el Reino está “aquí abajo” y por tanto hay que construirlo día a día optando incondicionalmente por los más pobres y oprimidos. Obviamente, no es ninguna casualidad, que después de 35 años de marginación, persecución y condena de los postulados de la Teología de la Liberación, hoy en Camas se hayan reverdecido e impulsado todo tipo de ceremonias, liturgias, celebraciones, coronaciones, procesiones, hermandades, homilías y demás actos litúrgicos para hacernos creer que lo más importante de todo son esas emociones y sentimientos festivaleros y procesionales que nos llevan nuevamente a creer que el Reino está “allá arriba” y que hay que obedecer siempre a las directrices oficiales de la Iglesia. Unas ceremonias que desgraciadamente promueven e impulsan políticos locales y el propio gobierno municipal del PSOE olvidando el mensaje vivo que aquellos curas nos legaron.
Tras todo esto y en consecuencia, tengo necesariamente que preguntarme, al igual que hace Tamayo ¿Cuantos curas hay en Camas que hayan denunciado en profundidad el genocidio del pueblo palestino en sus homilías, actos y celebraciones? ¿Cuántos curas de Camas han redactado manifiestos, convocado manifestaciones o concentraciones en favor del pueblo palestino para que la ciudadanía se solidarice y actúe? ¿Hemos visto aquí en Camas algún acto eclesiástico, religioso o propagandístico dirigido a exigir el ALTO EL FUEGO INMEDIATO? En fin, estoy seguro de que si hoy estuviesen con nosotros personajes religiosos como Miguel Mejías, Luis Carmona. Juan Escaño, Lorenzo Rastrero, Antonio Suárez, Fernando Camacho y tantos otros de aquellos tiempos, el pueblo y la ciudadanía de Camas habrían respondido al llamado de solidaridad con el pueblo palestino y por la Paz.
Juan Miguel Batalloso Navas, es Maestro de Educación Primaria y Orientador Escolar jubilado, además de doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, -España–.
Ha ejercido la profesión docente durante 30 años, desarrollando funciones como maestro de escuela, director escolar, orientador de Secundaria y formador de profesores.
Ha impartido numerosos cursos de Formación del Profesorado, así como Conferencias en España, Brasil, México, Perú, Chile y Portugal. También ha publicado diversos libros y artículos sobre temas educativos.
Ha sido miembro del Grupo de Investigación ECOTRANSD de la Universidad Católica de Brasilia y pertenece al Consejo Académico Internacional de UNIVERSITAS NUEVA CIVILIZACIÓN, donde ofreció el Curso e-learning: ‘Orientación Educativa y Vocacional’.
En la actualidad, casi todo su tiempo libre lo dedica a la lectura, escritura y administración del sitio KRISIS cuya temática general está centrada también en temas educativos y transdisciplinares. Su curriculum completo lo puedes ver AQUÍ
Gracias, Maestro, por esta lección de historia reciente de nuestra ciudad. Conocí a algunas de estas personas y sé por ti y por otros de la profundidad de su compromiso social y la coherencia en sus vidas. Coincido contigo en que lo que prima ahora es el ritual ,el jolgorio y las procesiones adornados de muchas medallas, banderitas , bandas, etc. El pueblo lo quiere, dirán.
Existe aún en camas alguna iglesia afín a esta teologia de la liberación?
Pues yo creo que no. Las iparroquias de Camas son a mi juicio, bastate ortocoxas tradicionales y seguidoras fieles de la jerarquia y de todo tipo de liturgias ceremonias y procesiones.