

Como es sabido, el tradicionalismo español hace sus primeras incursiones políticas y bélicas en el siglo XIX con el carlismo y ya desde un principio aparece muy ligado al nacionalismo, a la religión católica y al foralismo, recuérdese para ello el conocido lema carlista: “Dios, Patria, Rey y Fueros”. Obviamente, estas concepciones aparecen muy ligadas a una estructura social en la que una mayoría de la población, con altos porcentajes de analfabetismo, trabaja en una agricultura dominada por terratenientes y caciques. Por tanto todos los valores de este “patrimonio cultural” vendrán a servir de excelente sustrato ideológico legitimador de una situación social caracterizada básicamente por la más injusta explotación, de aquí que el tradicionalismo español se oponga frontalmente, no solo a lo que significase “izquierda”, sino a todo lo que fuese liberalismo en general.
De entre los variados elementos ideológicos del tradicionalismo, habría que resaltar en primer lugar el de la exaltación de la familia y la vida privada-celular. Una familia producto, por supuesto, de un matrimonio católico, “naturalmente” patriarcal, en la que la mujer ocupa un papel terciario o servicial, al mismo tiempo que reproductora y en la que el control de la natalidad reside en “lo que Dios quiera”. No hay que olvidar que el “Nuevo Régimen” derogó de inmediato las leyes sobre matrimonio civil y divorcio y que conozcamos, hasta 1975 no podías obtener el certificado de matrimonio civil (“Libro de Familia”) si antes no habías pasado por la Iglesia, con lo que el matrimonio eclesiástico indisoluble pasará a convertirse en el elemento esencial de la nueva estructura familiar.
Como ejemplo ilustrativo de esta concepción patriarcal y sexista de la familia, baste citar algunas frases escogidas de la “Enciclopedia Álvarez”, manual de extendido uso en los “Colegios Nacionales” hasta finales de los sesenta:
Otro concepto ligado al tradicionalismo que pasará a primer término en la educación franquista, será la idea de “Patria” como exaltación de lo propio frente al desprecio de lo extranjero y como homologación del patriarcado familiar con la monarquía, o en nuestro caso, con el dictador, el jefe, o el maestro. En suma, una idea de patria ligada al folklorismo; a los coros y danzas de la “Sección Femenina de las F.E.T. y de las J.O.N.S”; a la exaltación de la raza y a la disciplina militar; al “Imperio Español” ; a “La Reconquista”; a “La Hispanidad” o colonización de América; al “Dos de mayo de 1808” y en general asociada, como señala Tuñón de Lara, a una historia providencialista que ignora intencionadamente los grandes movimientos de las sociedad y sus conflictos sustituyéndolos por un repertorio mitificado de héroes. 2 Ref.TUÑON DE LARA, M. (1976). La interpretación «policial» de la historia . En Cuadernos de Pedagogía. Suplemento nº 3. Septiembre. Dicho en palabras de Andrés Sopeña:
Una buena prueba ilustrativa de la interpretación tan singular que de la historia se hacia en aquellos años la podemos encontrar en la mencionada obra de, “España es así” de Agustín Serrano de Haro, a la sazón inspector de Enseñanza Primaria y 21ª edición, está fechada en 1963 y dirigida a “niños mayores de diez años”. En esta obra podemos encontrar auténticas perlas de tradicionalismo y una original, estereotipada y mentirosa versión de la historia:
Sobre los primeros pobladores de la península:
Sobre fenicios y cartagineses:
Sobre Roma, Viriato y Numancia:
De visigodos:
Y todo, en este seráfico tono, hasta el final del libro, en el que cada uno de sus capítulos termina con el lema de “¡España una, grande y libre!” según se antojara al acomodo manipulador del autor. De este modo, se nos ofrece un texto en el que a la Edad Antigua se le denomina “Sembradura”, a la Edad Media “Germinación”, a la Edad Moderna “Floración” y como no podía ser de otra manera, a la Edad Contemporánea la asimila con “Las trojes están llenas: todo consiste ahora en la selección”, y así en el último capítulo de esta joya imperial puede leerse:

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