Memoria personal de los 60′ (19): integrismo religioso

Iglesia y franquismo


El dúo de exaltación de la familia y del patrioterismo folklorista y fascista, se cocina con un tercer ingrediente indispensable, el de la religión católica como la única verdadera y capaz de garantizar las esencias de la tradición. Una religión, cuya jerarquía apoyó resuelta y firmemente el “Nuevo Régimen” y con cuyo concurso hizo que sobreviviera durante casi cuarenta años. Así por ejemplo en nuestras escuelas y con carácter anual eran prácticas habituales todo tipo de conmemoraciones religiosas: “La Exaltación de la Cruz”; “El Domund”; “Cristo Rey”; “Todos los Santos”; “Los difuntos”; “San José de Calasanz”; “La Santa Infancia”; “San Juan Bosco”; “El Miércoles de Ceniza”; “Santo Tomás de Aquino”; “La Semana Santa”; “El Corpus Christi”; “El Sagrado Corazón”; “El mes de María”; “La Inmaculada Concepción”; “El Día del Seminario”; “El Día del Papa”; “La Primera Comunión”…  además de prácticas religiosas como las oraciones a la entrada del Centro y a la entrada del aula; el Ángelus y el “Ave María”; las misas diarias, dominicales o en celebraciones, según el tipo de Centro; los ejercicios espirituales; los rosarios; los primeros viernes; las novenas; el catecismo y en suma todo un largo y laborioso complejo de actividades que violentaban nuestras conciencias inculcándonos dogmas con el rigor más solemne del Concilio de Trento, prácticas de las que era difícil escabullirse antes de 1968.

          Este integrismo religioso, unido a la xenofobia nos llevará a nivel de teoría pedagógica a la reaccionaria utilización y a la manipulación más interesada y descarada de figuras como Luis Vives, Ignacio de Loyola, José de Calasanz o el mismo Padre Manjón, despreciando así todas las nuevas corrientes pedagógicas europeas representadas por Decroly, Dewey, Claparede, CousinetMontessori… que constituyeron la Escuela Nueva y que habían sido el fundamento de la mayor parte de la pedagogía republicana junto a la Institución Libre de Enseñanza.

          A un Estado de excepción e ilegítimo y cuya estructura política está presidida por el poder personal absoluto de un “Generalísimo de los Ejércitos”, como fue la dictadura franquista, necesariamente le corresponde la propagación del autoritarismo en todas las esferas de la vida social: partido autoritario; sindicato autoritario; religión autoritaria; ayuntamiento autoritario; familia autoritaria; escuela autoritaria; conciencia autoritaria… Es sencillamente la traslación de la obediencia, el orden, la disciplina, la jerarquía, la subordinación y en general todos los valores asociados al militarismo teocrático al conjunto de la sociedad y particularmente a las instituciones educativas o formativas, a su organización, al curriculum y al aula.

          Como testimonio de este “natural” autoritarismo “querido por dios”, vale la pena mostrar aquí algunos ejemplos de textos escolares obtenidos por Amando de Miguel:

«…el que manda más, siempre sabe más y siempre tiene razón…1 Ref.rótulo de la Escuela Naval de San Fernando(…)El que obedece se goza en dar gusto al superior, y esta satisfacción de complacer a otro es un modo de quererle, de amarle. Es más fácil obedecer que mandar. El que obedece, no se equivoca; el que manda, puede equivocarse. Quien da una orden tiene que pensar si es posible su cumplimiento; en cambio, está libre de tal preocupación el que obedece (…) Sólo la disciplina hace grandes a los pueblos. Un pueblo en donde todo el mundo cumple con su deber es un pueblo ideal. ¿Cómo se cumple con el deber? Acatando las órdenes de los superiores y llevándolas a la práctica (…)La esencia de la disciplina y de la armonía y del orden, en las familias, en los colegios y en los pueblos, es el respeto al superior por la autoridad de que está investido, por su jerarquía…» 2 Ref.DE MIGUEL, A. (1976). La transmisión de las ideologías autoritarias a través de los textos escolares. En Cuadernos de Pedagogía. Suplemento nº 3. Septiembre.

          En el franquismo, tanto las escuelas como los institutos, pasarán a convertirse en un cuartel en el que el papel de los alumnos tienen el rango de soldados, siendo los profesores y el resto de funcionarios de la escala administrativa los que se asimilarán a los suboficiales, oficiales, jefes y generales, modelo en el que el sistema de castigos (físicos y psicológicos) jugarán un papel esencial. A este respecto en un manual de pedagogía de 1941 escrito por Miguel Herrero García se dan los siguientes consejos:

«…1º) Hay que montar una vigilancia severísima cerca de los niños, por personas capacitadas y celosas, a fin de sorprender rápidamente la aparición del instinto malo y perseguirlo todas las veces que intente reaparecer (…) El educador debe vigilar, sí, pero con la atención puesta en que no pase la menor falta sin su correspondiente sanción.
2º) Los castigos deben seguir inmediatamente a los actos sancionables.
3º) No hay que ser blando, no desfallecer jamás en la sanción correspondiente» 3 Ref.DELVAL, J.A. (1976) Psicología y educación antes y después de la Guerra Civil. En Cuadernos de Pedagogía. Suplemento nº 3. Septiembre.

          Por último, a este deleznable gazpacho ideológico no podía faltarle, como hemos comprobado en las citas anteriores, un  agresivo toque de virilidad para completar el revoltijo y así nos encontramos con el sexismo o si se prefiere con el más rancio antifeminismo: la glorificación de los papeles masculinos heroicos;  la desvalorización del papel social de la mujer; la separación de sexos; represión sexual… aspectos que vendrán a concretarse en las escuelas con maestras de niñas y maestros de niños que enseñarán materias y realizarán actividades escolares diferentes (“Las Labores”) acentuando así el papel subordinado de las mujeres respecto a los hombres.

          Como muestra de los numerosos ejemplos que podemos encontrar del más descarado sexismo de esta negra etapa de violencia ideológica y psicológica institucionalizada, baste reseñar aquí algunos párrafos del excelente libro de Andrés Sopeña Monsalve “La Morena de la Copla” y del que entresacamos algunas de sus citas:

Del jesuita Enrique Herrera Horia:

«…Las niñas actuales no son como las antiguas. Antes se gloriaban de aprender a coser, bordar y hacer la cocina. Ahora todo eso lo desprecian, de manera que son muchísimas las mujeres que no saben coser un botón…..¡Quién se va a encargar el día de mañana del gobierno de la familia! En los quehaceres propios de la mujer ¿va a ser el marido. Las consecuencias fatales para el hogar las ve cualquiera…» 4 Ref.HERRERA ORIA, E. (1941) Historia de la Educación Española desde el Renacimiento. Veritas. Madrid. Pág. 438

  Del inspector de Enseñanza Primaria Adolfo Maíllo:

«…Todos nuestros planes de enseñanza femenina padecen en grado atroz de ese contagio igualitario, tan lamentable y nocivo, que no vacilo en afirmar está degenerando a cuantas muchachas siguen en España estudios superiores al grado primario. Si se me apura diré que incluso a la masa general de niñas que frecuenta la escuela de primeras letras. (…) Entregadas a la memorización de volúmenes indigestos y a menudo incomprensibles; obligadas a un trabajo mental para ellas excesivo, que roba riego sanguíneo a regiones orgánicas fundamentales para su porvenir de mujeres; sometidas a insomnios por la urgencia de competir con los muchacho (…) Legiones de bachilleras que saben acaso mucha Trigonometría y Química, pero son incapaces de freír un huevo y zurcir un calcetín; no digamos el sacrificio oscuro, pero santo, que a diario exige la mujer el cuidado y dirección de un hogar… » 5 Ref.MAÍLLO, A. (1943) Educación y Revolución. Los fundamentos de una Educación Nacional. Editora Nacional. Madrid. Págs.: 92,93 y 94

Del jesuita Remigio Vilariño, arreglista del Catecismo Astete:

«…La carrera de todas las mujeres es la carrera de mujer de su casa. ¿Os parece poco?¿Os parece que la mujer vale para más? Pues os equivocáis. La mujer apenas vale para más que para mujer de su casa… »6 Ref.VILARIÑO, R. (1952) ¡Educad, educad! en “De broma y de veras”. Nº 480.Mensajero del Corazón de Jesús. Bilbao. Pág.: 45

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