Por una Escuela Solidaria (4). Realidad y deseos

POR UNA ESCUELA SOLIDARIA. Realidad y deseos

Por Juan Miguel Batalloso Navas


«…Una sociedad sana es aquella en que cualidades como la avaricia, el espíritu explotador, el ansia de poseer y el narcisismo no encuentran oportunidad de ser usadas para obtener mayores ganancias materiales o para reforzar el prestigio personal; (…) Es aquella que fomenta la solidaridad humana y que no sólo permite, sino que estimula, a sus individuos a tratarse con amor; una sociedad sana estimula la actividad productiva de todo el mundo en su trabajo, fomenta el desarrollo de la razón, y permite al hombre dar expresión a sus necesidades internas en el arte y los ritos colectivos…»1 Ref.FROMM, Erich. Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. FCE. México DF. 1964.Pág. 228 y 229.[Consulta: 17 marzo 2022].

Todas las escuelas por las que he pasado a lo largo de más de treinta años, siempre tuvieron en mayor o en menor grado, alguna que otra actividad esporádica, conmemorativa e incluso sistemática y programada, dirigida a promover, animar, sensibilizar y hacer solidaridad aunque no se tuviese muy claro lo que realmente significa el término “SOLIDARIDAD”. Si bien debo aclarar, que cuando digo “escuelas”, me estoy refiriendo a Escuelas de Educación Infantil y Primaria en las que casi todo el tiempo lectivo está organizado, coordinado y llenado de actividades formativas y educativas por un solo profesor o profesora que es al mismo tiempo el tutor o tutora. Así pues y desde mi personal y limitada experiencia puedo dar fe de que la palabra y las actividades de solidaridad siempre aparecían en determinadas festividades, o también cuando un profesor o profesora movido por su conciencia personal y por los imperativos morales de su profesión, ponía en marcha alguna que otra campaña de sensibilización que terminaba algunas veces en acciones concretas de servicio a la comunidad.

En este punto, debo añadir además, que en contraste con mi experiencia docente en la Educación Primaria,, mi paso por la Educación Secundaria fue completamente diferente al comprobar que los temas relacionados con los valores éticos y sociales eran claramente marginales, por no decir casi inexistentes. Algo que resultaba completamente normal en una estructura organizativa, curricular y profesional fundada y reglamentada en la especialización y la disciplinariedad. En la Secundaria Obligatoria, lo más general y común es que cada profesor especializado se ocupe única y exclusivamente de su asignatura y por tanto los temas sociales de contenido ético sean abordados, en su caso, por aquellas disciplinas como Historia, Filosofía, Ética o Religión.

De cualquier manera, aunque insuficientes, han existido importantes avances frente a la eventualidad de las actividades de Educación en Valores. Así y con un carácter más sistemático, pedagógico y justificado, se puso en marcha lo que se ha conocido como “Áreas Transversales del Curriculum”, algo que desde mi personal punto de vista se ha quedado en pura retórica pedagogizante y discursiva. No obstante hay que reconocer que en la actualidad son numerosos los programas, materiales y actividades que las diferentes administraciones escolares y las más diversas ONGs han elaborado y puesto a disposición de todas las escuelas para educar en valores como la solidaridad. En este sentido, es indudable que el atractivo, utilidad, profundidad y variedad de estos materiales, ha alcanzado cotas de perfección inigualables que no podíamos hace unas décadas ni imaginar. Y es más, hoy gracias a la revolución del internet, nadie puede argumentar, ya sea docente, alumno, padre o madre, que no existan a su disposición casi infinitas actividades, programas y materiales para sensibilizar y educar en la solidaridad.

Así pues, he podido también constatar, gracias a mi experiencia en formación del profesorado, que cualquier institución educativa abierta a la creatividad, a la innovación y a la realidad social, siempre incluirá en su proyecto educativo y curricular diversas actividades de “Educación en Valores” y de solidaridad, ya sean en forma de programas de Tutoría, de Orientación Educativa o de forma transversal en las diferentes áreas del curriculum o mediante proyectos de “Aprendizaje y Servicio. Y en todo caso, he podido igualmente comprobar que aunque este tipo de objetivos y actividades educativas no estuviesen explicitadas y formalizadas, siempre habrá algún profesor o profesora sensible y dispuesta a hacer todo lo que le sea posible, para que estos temas se desarrollen en el aula y el centro escolar.

Sin embargo, una escuela o una institución educativa solidaria son a mi juicio algo muchísimo más profundo, orgánico y estructural que las episódicas o sistemáticas y planificadas actividades para sensibilizar y realizar ayudas asistenciales, y desde luego, muchísimo más vivo, existencial y cotidiano que el desarrollo de programas discursivos o de papel-lápiz producidos por pedagogos especialistas en los que todo está convenientemente programado y articulado mediante actividades curriculares de carácter puramente cognitivo.

Si lo que normalmente se hace en las escuelas tiene a nuestro juicio un escaso impacto en la creación de actitudes y compromisos solidarios, así como en el desarrollo del pensamiento crítico, tal vez sea debido, entre otros factores, a que no se tiene una comprensión suficiente del concepto de solidaridad y sus implicaciones prácticas, teóricas y educativas.

La solidaridad no es ni puede reducirse a la ayuda caritativa, generosa, puntual o sistemática, que una determinada persona o colectivo social presta a otra u otros en situación de necesidad o desamparo. Este tipo de acciones son muchas veces utilizadas como propaganda para otros fines, además de que generalmente colocan al dador de la ayuda en situación de superioridad generando en el receptor una situación de dependencia y legitimándolo como inferior e incapaz para salir de su situación. En correspondencia con esta idea, tampoco podría decirse con propiedad que una institución educativa  es auténticamente solidaria por el hecho de que esporádica o de forma continuada, destine determinados recursos y esfuerzos a programas de ayuda comunitaria o exterior, porque de lo que se trata no es solamente de realizar gestos de generosidad hacia afuera o hacia los que están lejos en las fechas y fiestas establecidas o en el tiempo en que el programa formativo se desarrolla en el aula. De lo que se trata es de aprender solidaridad desde dentro de la propia institución y desde dentro de las personas que integran la comunidad educativa y todo el conjunto de interacciones, relaciones y vínculos que establecen entre sí y con la comunidad local.

Una escuela solidaria es sin duda aquella que tiene que articular en sus programas educativos y en sus contenidos escolares, actividades dirigidas al aprendizaje de la solidaridad en todos los ámbitos del desarrollo personal y social, es decir, en las dimensiones cognitivas, afectivas, volitivas, sociales, éticas, políticas y espirituales. Unas dimensiones que como es sabido, siempre funcionan integradas en experiencias o expresadas en acciones, compromisos y conductas concretas, visibles y observables. Sin embargo, esto sería también insuficiente porque una Escuela Solidaria no es únicamente la que trata temas de solidaridad en sus programas, sino la que práctica la solidaridad en todas y cada una de sus estructuras, en todos y cada uno de sus espacios, en todas y cada una de sus interacciones y vinculaciones personales, afrontando al mismo tiempo el compromiso de aprender ofreciendo servicios concretos y útiles a la comunidad, como es el caso de los proyectos educativos basados en el “Aprendizaje y Servicio”.


Juan Miguel Batalloso Navas, es Maestro de Educación Primaria y Orientador Escolar jubilado, además de doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, -España–.
Ha ejercido la profesión docente durante 30 años, desarrollando funciones como maestro de escuela, director escolar, orientador de Secundaria y formador de profesores.
Ha impartido numerosos cursos de Formación del Profesorado, así como Conferencias en España, Brasil, México, Perú, Chile y Portugal. También ha publicado diversos libros y artículos sobre temas educativos.
Ha sido miembro del Grupo de Investigación ECOTRANSD de la Universidad Católica de Brasilia y pertenece al Consejo Académico Internacional de UNIVERSITAS NUEVA CIVILIZACIÓN, donde ofreció el Curso e-learning: ‘Orientación Educativa y Vocacional’.
En la actualidad, casi todo su tiempo libre lo dedica a la lectura, escritura y administración del sitio KRISIS cuya temática general está centrada también en temas educativos y transdisciplinares. Su curriculum completo lo puedes ver AQUÍ.

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