RECORDANDO a ANTHONY DE MELLO (3): sobre la felicidad

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Por Juan Miguel Batalloso Navas

El Maestro era realmente despiadado con quienes se complacían en la autocompasión o en el resentimiento. «Recibir un agravio», decía, «no significa nada, a menos que uno insista en recordarlo»1 Ref.DE MELLO, Anthony. Un minuto para el absurdo. Sal Terrae. Bilbao. 2004.

Uno de los temas centrales de las orientaciones psicoterapéuticas y espirituales de Anthony de Mello es sin duda el asunto del sufrimiento humano y de cómo este nos impide comprender y vivir plena y gozosamente el presente. Su preocupación fundamental es hacernos pensar para que descubramos por nosotros mismos el secreto de la felicidad, entendiendo que esta no está en el exterior, sino dentro de nosotros, en nuestra mente, en nuestra conciencia. Pero lo sorprendente, es que, aunque el conjunto de su obra está lleno de cuentos y ejercicios de reflexión, su tarea no consiste en administrar fórmulas o recetas, como tampoco apoyos o muletas para hacernos dependientes de gurús y predicadores religiosos o laicos. Su objetivo es el de ayudarnos a que nos situemos en el presente e intentemos recorrer nuestro propio e intransferible camino de búsqueda personal.

De alguna manera, lo que Anthony de Mello nos propone es que nos hagamos peregrinos de forma que cada persona en singular haga su propio camino de búsqueda interior sin fijarse metas y sin esperar resultados. Por eso creo que ese camino, cuando se hace desde el desprendimiento y con el sencillo propósito de caminar o de vivir el presente día a día y momento a momento, en realidad, más que una búsqueda, es un encuentro sorprendente y gozoso con cada uno de los acontecimientos que nos suceden en el presente y a cada momento. Pero ¡ojo!, porque cuando digo encuentro sorprendente y gozoso, no necesariamente significa que tenga que ser placentero y agradable. Y es que, para Anthony de Mello, el gozo de la felicidad no solo se encuentra en el placer, sino también, de forma sorprendente y podría decir que mágica en las situaciones de dolor y sufrimiento.

Claro está, que esto no significa mortificarse o adoptar una actitud masoquista de secreto placer que se complace con el propio dolor, como tampoco hacerse la víctima para obtener la conmiseración de los demás. Es, como siempre repite, aprender a «disfrutar con todo y con nada». Una actitud que sin duda no es fácil de conseguir, aplicar y desarrollar y que necesariamente tiene que ir acompañada siempre de atención, análisis, discernimiento, apertura y flexibilidad ante lo nuevo e inesperado, además de calma y serenidad, pero sobre todo de la capacidad de pensar críticamente de forma autónoma con nuestra propia cabeza. Con sus propias palabras:

«…Causarnos dolor, causarnos sufrimiento sería contraproducente. Uno nunca está tan lleno de sí mismo como cuando tiene dolor. Nunca está tan centrado en sí mismo como cuando está deprimido. Nunca está tan dispuesto a olvidarse de sí mismo como cuando está feliz. La felicidad lo libera de sí mismo. Son el sufrimiento y el dolor y la tristeza y la depresión lo que lo ata a uno a sí mismo. Observe cuán consciente está usted de su muela cuando le duele. Cuando no tiene dolor de muela, ni siquiera se da cuenta que tiene muelas, ni de que tiene cabeza, cuando no le duele la cabeza. Pero es muy diferente cuando tiene un terrible dolor de cabeza. De manera que es erróneo, es falso, pensar que la manera de liberarse de uno mismo es causarse dolor, ser abnegado, mortificarse, como estas cosas se entendían tradicionalmente…»2 Ref.DE MELLO, Anthony. Despierta. Peligros y posibilidades de la realidad. Gaia. Móstoles. 2010. Pág. 77

En realidad, lo que Anthony de Mello nos ofrece es una nueva forma de pensar alejada de dogmas, recetas y supuestas verdades indiscutibles. Una nueva forma de pensar que no debe estar centrada exclusivamente en nosotros mismos, sino que, por ser necesariamente abierta, tiene que estar enfocada también al mundo en que vivimos, pegada al metro cuadrado que pisamos y especialmente a las relaciones personales que establecemos. En suma, lo que Anthony de Mello nos propone es que transformemos nuestro pensamiento y nuestra conciencia, una conciencia que parte de la fe o de la profunda convicción, de que tanto el mundo en que vivimos en el presente, como nosotros mismos podemos ser mejores y encontrar mayores niveles de dicha, alegría y felicidad.

No obstante, debo decir, que, eso de ❝Buscar la felicidad❞ individual, como me decía mi gran amigo y maestro Antonio Durán, es en realidad una tarea de estúpidos, sencillamente porque por mucho que la busquemos afanosamente nunca vamos a llegar a encontrarla. Y en el caso de que creamos que la hemos encontrado, más tarde o más temprano, terminará por desvanecerse y aparecerá un nuevo estado de infelicidad. Para mí, la felicidad no se puede buscar porque además se confunde casi siempre con euforia, emoción, fruición, gusto, placer, alegría, estar sano, estar bien psicológicamente, etc.

Eso que los humanos llamamos hoy felicidad, más bien es un invento del capitalismo productivista-mercantil y de la sociedad del hiperconsumo. Por todos los lugares y rincones se nos dice que la felicidad es alegría, placer, gozo, bienestar, confort, “buen rollo”, etc, y que para conseguirla basta con comprar algo en el supermercado, tomarnos una copita, ir a la feria o al fútbol, reírnos un rato, o tener el suficiente dinero para comprar el coche, la casa o cualquier otra chuchería que nos guste. La sociedad capitalista, se basa precisamente en eso, en crear necesidades artificiales haciéndonos confundir valor de uso con valor de cambio. Es la sociedad de la seducción publicitaria que te martillea a todas horas para que aceptes que debes tener aquello que los gurús del marketing han diseñado para nosotros y que si no lo tienes, estarás condenado a la infelicidad.

Este tipo de sociedad ha llegado a tal extremo, que sin que apenas nos demos cuenta, nos dirige, nos controla y nos impone lo que debemos tener, pensar, sentir, decir o hacer y por supuesto comprar o vender, ya sean objetos, personas, ideologías, cargos públicos, etc. Lo hace, unas veces de manera directa y burda. Otras sutiles y enmascaradas, pero siempre acompañadas de seducción sentimental. Nadie se escapa y me incluyo, de la búsqueda incesante de bienestar, placeres, comodidades, confort, seguridad, etc. Obviamente, de esto resulta, que de un modo u otro casi siempre estemos insatisfechos y ansiosos aceptando así la imposición del deber de ser felices conforme a los criterios que otros han determinado por nosotros. Y que conste, que esto no es una opinión, sino una evidencia que ya puso de manifiesto otro de los grandes sabios de nuestro tiempo, Erich Fromm:

«…El homo consumens es el hombre cuyo objetivo fundamental no es principalmente poseer cosas, sino consumir cada vez más, compensando así su vacuidad, pasividad, soledad y ansiedad interiores.(…) Se crean nuevas necesidades artificiales y se manipulan los gustos del hombre. (El carácter del homo consumens en sus formas más extremas constituye un conocidísimo fenómeno psicopatológico. Se encuentra en muchos casos de personas deprimidas o angustiadas que se refugian en la sobrealimentación, las compras exageradas o el alcoholismo para compensar la depresión y la angustia ocultas.
El homo consumens se sumerge en la ilusión de felicidad, en tanto que sufre inconscientemente los efectos de su hastío y su pasividad. Cuanto mayor es su poder sobre las máquinas, mayor es su impotencia como ser humano; cuanto más consume más se esclaviza a las crecientes necesidades que el sistema industrial crea y maneja. Confunde emoción y excitación con alegría y felicidad, y comodidad material con vitalidad; el apetito satisfecho se convierte en el sentido de la vida, la búsqueda de esa satisfacción, en una nueva religión. La libertad para consumir se transforma en la esencia de la libertad humana…»3 Ref.FROMM, Erich. Sobre la desobediencia y otros ensayos. Paidós. Barcelona. 1984. Pág. 17. Esta obra completa puedes leerla o descargarla AQUÍ

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Cala (Huelva) a 3 de octubre de 2021.

Juan Miguel Batalloso Navas, es Maestro de Educación Primaria y Orientador Escolar jubilado, además de doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, -España–.
Ha ejercido la profesión docente durante 30 años, desarrollando funciones como maestro de escuela, director escolar, orientador de Secundaria y formador de profesores.
Ha impartido numerosos cursos de Formación del Profesorado, así como Conferencias en España, Brasil, México, Perú, Chile y Portugal. También ha publicado diversos libros y artículos sobre temas educativos.
Localmente, participa y trabaja en la Asociación “Memoria, Libertad y Cultura Democrática” En la actualidad, casi todo su tiempo libre lo dedica a la lectura, escritura y administración del sitio KRISIS. Su curriculum completo lo puedes ver AQUÍ.

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