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POR UNA ESCUELA SOLIDARIA. Trabajo manual y trabajo intelectual
Por Juan Miguel Batalloso Navas
El modelo generalizado de escuela infantilizada, ortopédica, disciplinaria y disciplinada que hemos creado, es un modelo que ha propiciado en gran medida la incapacidad y la inutilidad para muchas de nuestras capacidades creativas y posibilidades de desarrollo humano, entre ellas por ejemplo, nuestras potencialidades y habilidades para el trabajo manual y productivo.
Las escuelas primarias, secundarias y terciarias de hoy, no son lugares para el trabajo manual, artesanal, técnico con resultados económicos, productivos y de servicio, sino que por el contrario, son por lo general instituciones para promover casi en exclusiva, habilidades mentales y/o cognitivas de carácter puramente individual. Con razón decían nuestros padres que debíamos estudiar para liberarnos de la esclavitud del trabajo físico y manual, porque en el pasado siglo y en el actual, trabajar con las manos es algo muy poco valorado y remunerado socialmente. Sin embargo hoy podemos constatar que aquella vieja movilidad social que propiciaba la escuela en el pasado siglo a los alumnos más aventajados en la selección, está desapareciendo si no lo ha hecho ya. Caminamos y vivimos en sociedades con tasas elevadas de desempleo permanente, que en muchos países alcanzan cifras de extraordinaria gravedad, o en sociedades de empleo precario y “mini jobs” en las que prolifera y se instaura también de forma permanente, la economía informal y popular. Despreciar las posibilidades que una escuela puede aprovechar para autogestionarse, autoabastecerse e incluso contribuyendo al sostenimiento de sí misma y de la comunidad, es completamente absurdo.
Pero además de esta realidad, es evidente que no hay ningún trabajo físico que no requiera la integración de determinados grados de aprendizaje cognitivo, emocional y social.
¿Puede una escuela, ya sea primaria, secundaria o terciaria contribuir a la autogestión de las necesidades económicas de la comunidad? Sin duda alguna, y esto es algo que puede constatarse en numerosas experiencias que se están desarrollando en este instante en muchos países gracias a las experiencias y proyectos como el de “Aprendizaje y Servicio”. ¿Por qué no puede tener cada escuela, por ejemplo, un espacio agrícola y ganadero o un huerto que no sirva solamente para hacer experimentos, sino para producir bajo las condiciones técnicas más adecuadas? Obviamente se nos dirá, que en las ciudades no hay espacios naturales para los huertos, pero hoy son también numerosas las experiencias que mediante huertos urbanos se contribuye en mayor o en menor medida al autoabastecimiento.
En cualquier caso, una Escuela Solidaria no es exactamente una escuela agrícola, aunque pueda serlo, sino la que crea condiciones para que el trabajo manual, artesanal con carácter económico y a pequeña escala, pueda ser desarrollado. Con este carácter, la eterna división entre trabajo manual e intelectual que el capitalismo y sus burocracias mercantiles y educativas han contribuido a crear, no solo tendería a difuminarse sino que además, al centrarse dichas actividades en procesos solidarios, es decir, de corresponsabilidad, cooperación, confianza y colaboración, también estaríamos contribuyendo a disolver y/o suavizar la eterna división entre pensantes y ejecutantes, dirigentes y dirigidos, hombre y mujer, etc. No es ninguna utopía que una escuela pueda desarrollar al mismo tiempo un trabajo de aprendizaje, un trabajo de cooperación para el mantenimiento de la comunidad y un trabajo artesanal, productivo o de servicio comunitario. Son numerosas las experiencias que se están desarrollando en todo el mundo en este sentido.2 Ref.GONÇALVES GARDIM, Vanessa. O ensino da agroecologia sob um regime de alternância: a Escola Técnica Milton Santos do MST. Tesis de Maestría. 2010.Universidade Estadual de Londrina. Londrina (Paraná-Brasil). 2010.; TRUJILLO S., Fernando y ARIZA P. Miguel A. (ed.) Experiencias educativas en aprendizaje cooperativo. 2010.;HERRERO, María A. y TAPIA, María N. (comp.). Acta III Jornada de investigadores sobre aprendizaje-servicio. CLAYSS. Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario. Buenos Aires. 2015.
Otro aspecto de fundamental importancia de toda Escuela Solidaria, es la singularidad y las particularidades de la misma escuela. Si la solidaridad es un proceso que se construye a partir de la cooperación, la corresponsabilidad, la creatividad y la autonomía, las escuelas solidarias necesariamente tendrán que ser diversas y singulares. En ellas no cabe la estandarización a la que estamos acostumbrados con el modelo burocrático estatalizado que normaliza y reglamenta exhaustivamente lo que debe o no debe hacerse en las escuelas. Por ello, no necesariamente cada escuela tiene que adoptar la forma de un centro productivo a pequeña escala, sino que será cada comunidad la que determine, cuáles son los ámbitos posibles y necesarios de cooperación y en los que fraguar el compromiso solidario. Así por ejemplo, existen también numerosas experiencias de cooperativismo escolar, en las que la comunidad, el profesorado y el alumnado se corresponsabilizan del funcionamiento y el mantenimiento de determinados servicios que se ofrecen y realizan en las escuelas tales como comedores, bibliotecas, material escolar, actividades complementarias y otros.
Una Escuela Solidaria, no puede ser por tanto una escuela pasiva, receptiva y consumidora de recursos y servicios. Por el contrario y si quiere ser realmente solidaria, tendrá que compartir y poner en marcha proyectos, iniciativas, programas y actividades desde dentro de la misma comunidad escolar, en las que la cooperación, la colaboración y las responsabilidades libremente asumidas y compartidas sean el medio y el fin que den sentido a todas sus finalidades educativas. Y todo esto sin perder nunca de vista, que al mismo tiempo debe cumplir con las funciones de aprendizaje que tradicionalmente le son propias, además de las prácticas educativas relativas a la creación y el desarrollo de la conciencia crítica y autocrítica, especialmente en las dimensiones sociales y políticas. Por eso, las escuelas solidarias, son o deberían ser, además de escuelas de responsabilidad, escuelas democráticas de formación y compromiso social y político.
Juan Miguel Batalloso Navas, es Maestro de Educación Primaria y Orientador Escolar jubilado, además de doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, -España–.
Ha ejercido la profesión docente durante 30 años, desarrollando funciones como maestro de escuela, director escolar, orientador de Secundaria y formador de profesores.
Ha impartido numerosos cursos de Formación del Profesorado, así como Conferencias en España, Brasil, México, Perú, Chile y Portugal. También ha publicado diversos libros y artículos sobre temas educativos.
Ha sido miembro del Grupo de Investigación ECOTRANSD de la Universidad Católica de Brasilia y pertenece al Consejo Académico Internacional de UNIVERSITAS NUEVA CIVILIZACIÓN, donde ofreció el Curso e-learning: ‘Orientación Educativa y Vocacional’.
En la actualidad, casi todo su tiempo libre lo dedica a la lectura, escritura y administración del sitio KRISIS cuya temática general está centrada también en temas educativos y transdisciplinares. Su curriculum completo lo puedes ver AQUÍ.
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